La vida no es de color rosa; ella tiene sus bemoles, sus altos y bajos. Ni todo nos sale bien, ni todo resulta como uno quisiera. Un accidente, una enfermedad, la muerte de alguien amado lo cambia todo. Es por ello que el cristiano entiende que el dolor y la tragedia, de alguna manera u otra, nos motivan a anhelar el cielo.
Este salmo es una oración de súplica, de alguien que ve el dolor, el sufrimiento, la aflicción. Y sabe que no puede solucionarlo solo, es incapaz con sus propias fuerzas… hay cosas que no tienen solución humana, solo existe solución divina. Todo el salmo es una súplica por socorro, ayuda divina. Sin embargo, quisiera reflexionar en los primeros dos versos:
“Jehová, escucha mi oración,
Y llegue a ti mi clamor.
No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;
Inclina a mí tu oído;
Apresúrate a responderme el día que te invocare” (v.1, 2).
En esta breve oración podemos destacar por lo menos tres pensamientos claves en momentos de angustia y dolor:
- “Jehová, escucha mi oración”. En el dolor, en la tragedia que muchas veces llega a nuestras vidas, hay una salida: ORAR.
- “No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia”. Cuán fácil es perder la confianza en Dios cuando sentimos que no podemos más. Cuando vemos que todo se va desmoronando sin que podamos hacer algo, a veces nos resulta difícil creer o confiar en Dios. A veces sentimos que nuestras oraciones no son escuchadas, o que Dios no se interesa en nosotros. No es que Dios se esconde de nuestras peticiones, sino que el dolor y la angustia nos hace sentir o pensar eso.
- “Apresúrate en responderme en el día que te invocare”. El tiempo de Dios es perfecto. El ser humano tiene un tiempo limitado, finito, simple y ciego. Dios tiene un tiempo perfecto y completo. Aún así Dios nos entiende, y siempre acudirá a nosotros para socorrernos. Quizás sintamos que tarda, que demora, y que no se acuerda de nosotros, pero jamás olvides que Dios acudirá en su tiempo, en su tiempo perfecto. Él te ama.
Empecemos este día con ese pensar y desafío: Dios nos escucha, Dios nos socorre, y nos responde en su tiempo perfecto.
Feliz día.
Que Dios te bendiga.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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