Este era uno de los salmos que los israelitas cantaban en la pascua por las generaciones, y que Jesús y sus discípulos cantaron en la última cena. Aquel jueves por la noche, a través de este canto recordarían que Dios es poderoso, libertador y salvador.
El Salmo describe la mano poderosa de Dios desde Egipto a Canaán, rememora cómo es que el mar huyó (en el cruce del Mar Rojo), y el río retrocedió (en el cruce del Río Jordán) para que el pueblo de Israel pase rumbo a su destino prometido (v.3-5).
Montes y collados, saltaron y temblaron ante la presencia de Jehová (v.6-7). Se asustan todos ante la magnífica presencia de Dios. ¡Qué figura más grandiosa! Finalmente, una roca inerte dio agua potable, se convirtió en un estanque, una fuente de agua (v.8.).
En estos versos se pueden notar dos lecciones que jamás debemos olvidar:
1. Dios es nuestro libertador de la opresión
2. Dios puede hacer lo imposible.
Inicia este día con la seguridad de que no existe cadena alguna, ni cárcel que pueda apresarte para esclavizarte. Dios puede libertarte. Del mismo modo, nunca olvides que no hay nada imposible para Dios. El mismo que sacó agua de las rocas, puede sacar de tu vida dura, agua fresca para vivir. Déjate guiar por Dios cada día.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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