Este es un salmo de gratitud o acción de gracias. No se identifica al autor, pero por el uso de la figura de “ovejas y prado”, así como sus conocimiento de “música y adoración”, tal parece que el autor, bien podría ser David.
Este capítulo solo tiene cinco versículos que inician con imperativos que nos exhortan a ser gratos con Dios:
1. ¡Cantad alegres a Dios habitantes de toda la tierra! (v.1). El pueblo de Dios es un pueblo que canta. Expresa con música, emoción y esmero su adoración a Dios. Y este es un llamado para todo el mundo, no solo para su pueblo. ¡Cantemos alegres!
2. ¡Servir a Jehová con alegría! (v.2). ¿De qué sirve una vida de “cantos y alabanzas” si no hay servicio? La manifestación clara de una vida de adoración es la acción. Esa acción al servicio de Dios de todo corazón y con alegría.
3. ¡Venid ante su presciencia con regocijo! (v.2b). La adoración a Dios no es solo verbal ni subjetiva, implica “juicio”, es decir, es Dios quién emite juicio de nuestra adoración. Cuando nos presentamos ante Dios con alegría, es porque tenemos la seguridad de que Dios se agrada de lo que le damos.
4. ¡Reconoced que Jehová es Dios! (v.3). Finalmente, toda adoración debe ser hecha solo a Dios. No hay ambigüedades, no hay lugar para “dudas”. Adoramos a Dios porque Él es Dios y punto. No hay otro dios, no hay otro motivo ni situación que pueda desviarnos de la adoración verdadera.
5. ¡Entrad por sus puertas con acción de gracia! (v.4a). Una vez más la figura del santuario, de un juicio. Este es un salmo de gratitud, y esa adoración es juzgada todo el tiempo. Cada día podemos presentarnos ante Dios como una ofrenda vida, con regocijo.
6. ¡Alabadle! (v.4c). Cantos alegres, música dedicada exclusivamente a nuestro Dios. El único que merece adoración, honor y gloria.
7. ¡Bendecid su nombre! (v.4c). Es decir, dar gracias a Dios sobre todas las cosas, destacando su gloria y majestad por encima de cualquier otro.
El capítulo finaliza diciendo: “Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones” (v.5).
¿Por qué debemos darle gracias? Porque Dios es misericordioso por siempre. Simple y profundo a la vez.
Tú puedes tener la seguridad de que Dios es misericordioso por siempre. Inicia tu día con ese pensamiento, Dios es bueno, misericordioso… no merecemos nada, pero Dios nos da todo. Seamos gratos siempre. ¿Cantamos? ¡Canta tu himno favorito!
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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