Hoy iniciamos una colección de Salmos que eran entonados en la fiesta de la pascua. Del Salmo 13 al 18 eran cánticos conocidos como Hallel egipcio, que tenían como objetivo conmemorar la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud egipcia.
Es muy probable que Jesús y sus discípulos hayan cantado estos salmos en la última cena (Mt. 26:30 y Mr. 14:26). Según los comentaristas, el Salmo 113 y 114 se cantaba antes de la Cena, y los Salmos 115 al 118 se cantaban después de la cena. Siempre imaginé qué himno o cánticos entonarían Jesús y sus discípulos, y la lectura de hoy es más que impresionante.
El mensaje de este Salmo es de adoración y reconocimiento de la magnificencia de Dios. Este es un motivo más que notable para ALABAR a Dios. Solo que ese motivo, la magnificencia de Dios, aunque es un motivo suficiente, nos dice que Dios es aquél “Que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra” (v.6). Y esto le hace más grande, muy diferente a los demás dioses que no podrían contaminarse con los seres humanos “inmundos” y “no dignos”.
¡Qué maravilloso Dios tenemos! Cómo no alabarle por su grandeza. Y si eso no es suficiente (aunque ciertamente lo es), debemos alabarle porque es un Dios cercano, real e interesado en el ser humano corrupto e imperfecto, que “se rebaja” con el solo propósito de abrazarnos y ayudarnos.
Inicia este día con la seguridad de que Dios, en toda su majestuosidad, también está muy cercano a ti. ¡Canta! Recita este salmo porque es muy probablemente lo que cantaron Jesús y sus discípulos antes de participar de la Cena del Señor.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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