La vida no suele ser justa. Hacemos tanto por la gente, y esa misma gente muchas veces, nos paga mal. Y es que los seres humanos somos injustos. No se puede esperar justicia de personas injustas. A veces no recibimos lo que nos merecemos. Hacemos el bien y recibimos mal por pago. Eso es lo que David experimentó muchas veces. David había ayudado al rey Saúl a derrotar al gigante Goliat, tocaba el arpa en el palacio del rey para darle paz, era un soldado fiel al servicio de la corona. Y sin embargo, el rey Saúl jamás valoró a David y por el contrario, lo perseguía para matarle.
El Salmo 109 es un salmo “imprecatorio”, David canta un Salmo que invoca maldiciones sobre sus enemigos. Es muy fuerte pensar en un cántico así. Sin embargo, suele suceder y es comprensible. Ante tanta injusticia, David ora para que Dios ejecute venganza. ¿Cómo? No lo sabe, pero David no pide ser el ejecutor, no. David ora para que Dios obre con justicia, pues el mundo es injusto.
David sentía una fuerte presión sobre él, y clama y escribe a Dios en busca de venganza, ruega el castigo hacia aquellos pecadores que le persiguen y le están intentando destruir. Así mismo lo expresa, "en pago de mi amor, obran como mis acusadores, pero yo oro. Así me han pagado mal por bien, y odio por mi amor” (v.4-5).
Es posible que sintamos que la gente nos trata mal, nos ofende e intenta destruirnos. Recuerda, la venganza no debe ser tuya, la venganza es de Dios (Romanos 12:19). Dios le dará a cada uno el pago que le corresponde. Espera en Jehová, tal y como lo hizo David, que pudiendo matar a Saúl con sus propias manos y de manera fácil, jamás quiso tomar venganza con sus manos, sino que esperó en Jehová (1 Samuel 24:6). Finalmente, un día Dios ejecutó juicio sobre Saúl.
Que Dios te bendiga.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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