jueves, 23 de octubre de 2014

Zacarías 9: EL REY VENDRÁ...


"Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna" (Zacarías 9:9).

El ministerio de Cristo es realmente impresionante. Desde su nacimiento humilde en un pesebre hasta la muerte de cruz, la manera más cruda de morir, nos presentan a un Salvador apasionado en la salvación de la humanidad a tal punto de dejarlo todo, absolutamente por amor a mí y a ti. No es una novela holliwoodense es la verdad en su máxima expresión. Jesús dejó su gloria, la adoración de millares y millares de ángeles para venir a éste mundo vil con el propósito claro y definido de buscar y salvar lo que se había perdido (Lc. 19:10). 

El mensaje de hoy tiene que ver con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén montado en un asno. ¿Un asno? - parece ser una broma ciertamente - efectivamente, tal como Zacarías lo profetizó, los cuatro evangelistas (Mt.21:9; Mr.11:9,10; Lc. 19:38; Jn. 12:13-15) lo registran. Y es probablemente uno de los momentos más "pomposos" que Jesús vivió y que consintió. La multitud llena de alegría gritaba de gozo asociando ese acto, como el inicio de una nueva etapa para la historia de Israel. Habían visto a Jesús hacer milagros como multiplicar panes, resusitar muertos, sanar enfermedades incurables, dar vista a los ciegos, etc... Los judíos creían que un rey así definitivamente podría llevarlos a la victoria ante cualquier enemigo. No tendrían problemas de alimentos pues Jesús multiplicaría los alimentos, no tendrían problemas de salud pues Jesús sanaría sus dolencias, no perderían soldados en batallas pues Jesús los resusitaría... ¡Vale la pena tener un rey así! - imagino a la población gritando de gozo.

Sin embargo, cuatro días después, un jueves por la noche Jesús los "defraudaría" al mostrarse tan sencillo y manso ante los que lo apresaron en el monte de los Olivos. Chasqueados los judíos vieron sus esperanzas desaparecer con Jesús, el supuesto Mesías, en la cruz del calvario. Y es que ellos creían que el Mesías vendría triunfante con un ejército poderoso para hacer frente a los romanos y todos los pueblos enemigos y levantar a su pueblo en gloria. Creían en un Mesías militar, davídico, hambriento de venganza y victoria... No esperaban a un Mesías nacido en un pesebre, educado en una familia de carpinteros, que no tenía dónde recostar su cabeza y que murió cruelmente como el peor delincuente de aquellos tiempos.

Los judíos no entedieron la venida de Jesús, sabían, habían leído, pero su mente rebelde no les permitió ver su real necesidad, ellos no necesitana solo ser libres físicamente, no solo necesitaban ser sanados de enfermedades incurables... ellos necesitaba ser libres espiritualmente y ser sanados de la enfermedad del pecado. Cuando llegó el día viernes, los miles de judíos que gritaron de alegría en la entrada de Jesús y lo proclamaron como a un rey, ellos mismos, chasqueados hasta más no poder, gritaron fuertemente para que crucifiquen a Jesús. Y así fue.

Jesús volverá. Y viene ciertamente tal como la profecía lo anuncia. Y vendrá ahora así, con millares y millares de ángeles. Vendrá con poder y gloria... esa es la promesa.  Ya no vendrá como un humilde niño nacido en un pesebre sino en gloria y majestad (1 Ts. 4:13-18; Ap. 1:7). ¿Estás listo? Ese día será de alegría para algunos y tristeza y llanto para otros. Yo quiero que ese día sea de gozo y alegría y me preparo para ellos.

Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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