"Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza"(Génesis 48:18).
Dios no siempre hace lo que queremos. Y es que nuestras mentes finitas, con frecuencia, no pueden entender los planes de Dios. Y cuando Dios no hace las cosas como quisiéramos, sencillamente nos frustramos y hasta nos enojamos, nos disgustamos tal y como lo hizo José: "le causó esto disgusto a José; y asió la manos de su padre para cambiarla de la mano de Efraín a la cabeza de Manasés" (Gn.48:17). ¿Te imaginas? José toma la mano de Jacob y la "pone" en el lugar "correcto", pero Jacob sabe lo que hace y le dice: "Lo sé, hijo mío, lo sé" (Gn.48:19). ¿No nos ha pasado alguna vez? Hemos notado que la vida no es justa, no tienes lo que mereces, todo parece al revés, y en ese afán, no creemos los "salvadores" y queremos darles "ayudaditas" a Dios.
José llevó a su dos hijos, Manasés que significa "Dios me hizo olvidar todo mi trabajo y toda la casa de mi padre", y Efraín que significa "Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción". Los dos hijos explican dos etapas en la vida de José en Egipto al verse bendecido por Dios. Por tradición, costumbre y lógica humana, Jacob debería poner su mano derecha sobre la cabeza del primogénito (Manasés), pero no fue así. Jacob, a sabiendas, adrede, puso su mano derecha sobre el menor (Efraín). La pregunta de José, y de la mayoría de lectores de la Biblia podría ser: ¿por qué? La respuesta puede ser difícil de aceptar: No lo sabemos, lo único que sabemos es que Dios tenía un plan diferente al de José, y Jacob por inspiración divina, sí sabía.
Dios es el Dios de los imposibles. La lógica humana escapa a la divina. Dios tiene el panorama completo, y aunque parezca un dicho facilista o fatalista, Dios siempre sabe lo que es mejor, porque el día que no sepa, no sería Dios. Los planes de Dios son mejores, aunque parezcan ilógicos, "de patas arriba", "sin pies ni cabeza"... siempre serán lo mejor para ti, y para mí.
Hoy es un nuevo día. Ten la seguridad de que en las manos de Dios hay bendición real. Tanto Efraín como Manasés fueron parte de las doce tribus de Israel, ambos fueron bendecidos, uno más que otro, tal y como Jacob lo había predicho. En las manos de Dios estamos seguros, aunque no podamos entenderlo fácilmente. Dios no siempre hace lo que queremos, pero siempre hace lo que es mejor, aunque nos sea complicado de entender.
Buen día!
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¡Dios te bendiga mucho!
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