domingo, 16 de agosto de 2015

Renueva tu pacto con Dios - Génesis 35:1


"Dijo Dios a Jacob: Levántatey sube a Bet-el, y quédate allí; y haz un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú" (Génesis 35:1).

Dios no te abandona. Tú puedes estar pasando por los momentos más críticos y difíciles. El dolor y las lágrimas pueden hacerte sentir que estás solo. Los problemas y las situaciones tristes pueden querer destruirte por completo. Sin embargo, jamás debes olvidar que Dios te ama, y jamás, jamás te dejará solo.

Jacob estaba pasando por problemas terribles. Una de sus hijas había sido abusada, sus hijos se habían convertido en asesinos de todo un pueblo. ¡Qué agonía! ¿Qué había hecho Jacob para merecer tanto dolor y pesar? Ahora, Jacob temía por la vida de su familia. Los pueblos vecinos, los cananeos y ferezeos le aborrecerían por haber hecho daño al pueblo de Siquem. Jacob sabe que los pueblos vecinos se vengarán y no estarían preparados para defenderse (Gn.34:30). ¿Imaginas a Jacob y la preocupación que cargaba? No era para menos. Sus temores eran válidos. Pero al margen de la amenaza, había un motivo más: sus hijos, su familia estaban lejos de Dios. La crueldad y la falsedad demostraba que Dios no era el Dios de sus vidas.

Jacob entendió que si Dios quisiera, su familia ya no existiría más a causa de sus errores. Por ello, sabía que Dios no lo había dejado. Y no solo eso, sino que Dios le había dicho que junto a su familia vayan a Bet-el. Y así fue. Sin embargo, Jacob hizo algo: "dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos [...] así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem" (Gn.35:2,4). Interesante. Ahora era evidente la razón del porqué sus hijos estaban actuando lejos de Dios. Su casa, tenía cosas que interrumpían la verdadera adoración a Dios exclusivamente.

Dios es muy bueno. Pudo dejar que los cananeos y ferezeos hagan daño ala familia de Jacob. Pudo dejarlos a su "suerte" por su vida idólatra y rebelde, pero no fue así. Justo en el momento más duro de la vida de Jacob, cuando sentía que su familia se destruía poco a poco, Dios se le aparece y quiere hacer un pacto con él. Y un pacto especial, ese pacto se daría en Bet-el, un lugar que le traía recuerdos gratos a Jacob. Él entendió que Dios le decía "recuerda", "vuelve a tus inicios".

¿Vuelve a tu primer amor? "Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues sino, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieses arrepentido" (Ap.2:4,5). ¿De dónde has caído? Jacob sabía que para hacer un pacto con Dios debía, junto a su familia, arrepentirse y empezar de nuevo. Dios está dispuesto a renovar su pacto con nosotros. Es más, es Dios quien da el primer paso siempre. Fue Dios quien le dijo a Jacob que vaya a Bet-el. Es Dios quien nos busca hoy y nos dice, quiero que hagamos un pacto. Vuelve a tus orígenes. No olvides de dónde has venido.

¿Cómo estás? ¿Cómo está tu familia? ¿Quisieras hacer un pacto con Dios? ¿Qué debes hacer antes? Es necesario arrepentirse para renovar nuestro pacto con Dios. Dios está esperando, la decisión es solo tuya, ¿qué harás? Hoy puedes decir como Josué "yo, y mi casa serviremos a Jehová" (Jos. 24.15). ¡Amén!

Buen día!


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¡Dios te bendiga mucho! 


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