Poncio Pilato, es probablemente el romano más conocido en la historia del imperio de Roma en el mundo cristiano, por su relación directa con el Salvador y, según los evangelios, tuvo en sus manos el evitar la muerte de Jesús en la cruz (Marcos 15:1-15; Mateo 27:2; Lucas 3:1).
Tan fuerte se erige el nombre de Poncio Pilato que evoca sentimientos diversos. Por un lado, menor por supuesto, entre los ortodoxos es considerado como un "santo" junto a su esposa Prócula, seguramente influenciados por el evangelio apócrifo de Nicodemo que lo presenta como un creyente de Jesús al final de sus días; y por otro lado, a decir verdad en la mayoría, como un astuto y vil hombre que "se lavó las manos" antes de enviar a la muerte a Jesús.
Ni Augusto César ni Nerón son tan recordados como lo es Poncio Pilato entre los cristianos y no cristianos, y es que millones de católicos repiten desde temprana edad que Cristo "padeció bajo el poder de Poncio Pilato", proclamando así su existencia histórica.
Poncio Pilato, se menciona en el Nuevo Testamento cincuenta y tres veces en cada uno de los cuatro evangelios. Aparece en los relatos de los Evangelios sobre el juicio de Jesús. Responsable, junto con los judíos presentes, de la crucifixión de Jesús.
Según Marcos, Pilato no es un gobernador débil que se inclina ante el público y mucho menos sede ante las exigencias del sacerdocio. En cambio es un político habilidoso, sabe manipular masas y es un fuerte representante del imperio romano. En el evangelio de Mateo, Juan y Lucas se le nota un poco más preocupado que en Marcos.
No obstante, a diferencia de los Evangelios, los escritores judíos, Filón de Alejandría y Flavio
Josefo, presenta a Poncio Pilato como un hombre totalmente opuesto al indeciso y hasta titubeante Poncio de los Evangelios. Ante esta aparente contradicción, ¿Fue Poncio Pilato una figura legendaria? No. Josefo y Filón, los mencionan de manera clara y contundente como un hombre violento, agresivo y provocador. Y hasta el historiador romano. Tácito habla de él como “un hombre sin escrúpulos, astuto y siempre buscando poder a través de adulación y el lisonjeo.
La Biblia dice: “Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado” (v. 15).
Fue más su amor al poder, a los puestos de honor y a su carrera política lo que le llevó a no actuar con justicia hacia Jesús. En vez de liberar y actuar con sabiduría, lo intercambió por un vil delincuente, por Barrabás.
¿Cómo usamos el poder? ¿Cómo usas tu puesto de influencia? ¿Cómo actúas en la vida? ¿Vives para avanzar y crecer sin que te importe la justicia o la verdad?
Tristemente, Pilato usó su poder para su propio beneficio, y mandó a Jesús a crucificar. Y la historia es conocida como aquél que “se lavó las manos” para librarse de culpabilidad.
Pilato, a pesar de toda su vida corrupta y su sed de poder, terminó mal. Esto sucedió a fines del 36 d.C. -o comienzos del 37 d.C.- y llegó a Roma después de la muerte de Tiberio. Tiberio falleció en marzo del 37, antes de que Pilato llegara.
Nada se registra sobre Pilato luego de su llegada a Roma, pero es probable que lo exiliaran en Francia. Eusebio registró que "Pilato se suicidó después del juicio de Jesús, pero no hay evidencia que lo confirme (Eclesiastical History 2.7)".
Lo cierto es que tampoco se sabe con seguridad cómo y dónde murió Poncio Pilato. Una leyenda cuenta que Pilatos se mató con su propio cuchillo y su cuerpo fue después atado a una rueda de molino y arrojado al Tíber, pero se perturbaron las aguas, por lo que fue llevado a Vienne y hundido en el Ródano. Como volvió a ocurrir lo mismo, se llevó hasta un lago de una montaña cercana a Lucerna (Suiza), aún hoy llamada Pilato. La tradición informa que Pilato fue desterrado a las Galias, a Viena sobre el Ródano, y que se suicidó.
Pilato vivió para agradar a hombres, buscó poder y conseguía todo en base a injusticias. Y cuando pudo convertirse en un seguidor de Jesús, o por lo menos darle libertad, no lo hizo. Jesús le dijo que el poder que tenía Pilato, era dado por Dios. Y Dios nos da trabajo, influencia, cargos y puestos con el objetivo de ser de bendición, para usarlo con justicia y verdad.
Que Dios nos use como instrumentos de bendición
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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