"Jehová mandó a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, y a todos los que padecen flujo de semen, y a todo contaminado con muerto" (Números 5:1, 2).
Los inmundos, tales como los leprosos y demás, debían ser "echados" del campamento. Hombres y mujeres debían ser "echados" para que no contaminen el campamento. ¿Por qué? El principio básico era, por salud. Los "inmundos" debían estar en cuarentena para no contagiar con algún mal a sus vecinos, amigos y familiares.
No ayudamos a nadie, ni al pecador ni a la iglesia, haciéndonos "los de la vista gorda". Creyendo que así vamos a evitar resentimientos, apostasía, etc.
La disciplina eclesiástica tiene el propósito de que los culpables sean movidos a comprender su peligrosa situación y sientan su necesidad de arrepentimiento y contrición, por ello Pablo dice: "entreguen a ese hombre a Satanás" y luego dice, "a fin de que sea salvo" si vuelve a Cristo y se arrepiente (1 Cor.5:5).
Nuestra compasión aparente podría hacernos decir: "pobrecito, si lo disciplinamos quizás se resiente y nunca más vuelva a la iglesia. Al menos así siquiera viene a la iglesia". Pablo es claro en decir que "un poco de levadura fermentada malogra toda la masa" (1 Cor.5:6). Nosotros diríamos: "una manzana podrida pudre todo el cajón". No hay bendición en la iglesia cuando a sabiendas permitimos que haya entre nosotros transgresión continua a la ley de Dios.
Gracias a Dios hay pasos que Jesús mismo nos lo enseñó en Mateo 18. Jesús ama al pecador pero no aprueba su pecado. Y si cometemos errores y la iglesia tiene que disciplinarnos debemos recordar que es para nuestro bien.
Buen día!
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