“Y para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos, de azul, púrpura y carmesí, y lino torcido, de obra de recamador; sus columnas cuatro, con sus cuatro basas” (Éxodo 27:16).
Es interesante notar que el capítulo 27 habla del “altar de bronce”, que era un mueble en donde se sacrificaban las ofrendas de animales para poder ser presentados a Dios, a través de los sacerdotes. Este mueble estaba a la entrada del santuario o tabernáculo, en el patio (atrio). Por lo que la primera lección que debemos destacar en este punto tiene que ver con prioridades: Una vez que entramos al tabernáculo lo primero que nos encontramos es el altar de bronce que nos invita a morir todos los días al pecado. Cristo Jesús es la prioridad.
LAS PUERTAS DEL TABERNÁCULO
El atrio del tabernáculo era el patio del santuario o tabernáculo. Y acá estaba el mueble que hemos mencionado antes, el “altar de bronce”. Sin embargo, una de las cosas que debemos enfatizar tiene que ver con la puerta del atrio. Era una puerta grande. La puerta principal era de 9 metros y se encontraba al lado Este. Constituida por 4 columnas, y una cortina de azul, purpura, carmesí y lino torcido. ¿Qué lección podríamos notar acá?
Pues bien, Jesús se refirió así mismo como la “puerta”: “Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas” (Juan 10:7). También añadió: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Juan 10:9). Además es interesante observar que habían 3 puertas consecutivas para llegar hasta la presencia de Dios, es decir al “arca del pacto” en el lugar santísimo: (1) la puerta del atrio, (2) la del tabernáculo o lugar santo y (3) la del lugar Santísimo.
Muy probablemente, a eso que se refería Jesús cuando dijo: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Esto generó una rabia en los que escucharon a Jesús. ¿Cómo era capaz de decir tal cosa? ¡Jesús estaba diciendo que era el Santuario viviente! ¡Y sí que lo era! Jesús es el santuario.
Primera puerta, al atrio: EL CAMINO. Porque no hay otro camino al padre sino por el Hijo, por su muerte en la cruz del calvario. El atrio representaba a la muerte de Cristo Jesús como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Acá se da el proceso de justificación.
Segunda puerta, al lugar santo: LA VERDAD. Esta puerta nos daba acceso a los panes de la proposición, el altar del incienso y el candelabro. Todos estos accesorios y muebles nos revelan la continua mediación de Cristo en nuestro favor: el pan de vida, la luz del mundo y el mediador ante el padre. Y es verdad, porque esto nos santifica. Acá se da el proceso de santificación.
Tercera puerta, al lugar santísimo: VIDA. Esta puerta nos daba acceso a la misma presencia de Dios. La Shekiná. Un lugar donde solo el sumo sacerdote entraba una vez al año y que simboliza la acción de Jesús desde 1844, el juicio investigador o pre advenimiento. Es vida porque acá se vindica a los santos, y tenemos vida eterna con Cristo. Acá se da el proceso de la glorificación.
Hoy ya no tenemos un santuario físico, sino qué hay un santuario celestial, el original. Pero las lecciones o principios son válidos en todos los tiempos. Acerquémonos confiados cada día a Cristo, a nuestro salvador que es el Camino, la Verdad y la Vida. Vivamos todos los días, buscando la presencia de Dios. ¿Amén?
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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