El libro de Lamentaciones o “Trenos” de Jeremías, contienen cinco “elegías” o “cantos fúnebres” por la caída de Jerusalén en el año en el 586 a.C. De allí que en el argot cristiano, se conoce a Jeremías como “el profeta llorón”, porque sí, son cantos de llanto, de dolor y de pena.
Es interesante notar que lo que vivía Judá pudo evitarse. Los cantos de llanto y dolor podrían haber sido cánticos de alegría y gratitud. Sin embargo, por la desobediencia de Judá, la tragedia, el dolor, la desesperación era el tenor de los cánticos.
¿Cuántas veces no hemos llorado de dolor pudiendo haber llorado de alegría? Las lágrimas tuvieron un propósito diferente al que normalmente hoy conocemos. Las lágrimas no fueron creadas para llorar de dolor, pena y tristeza. Las lágrimas fueron creadas para reír, para alegrarnos y agradecer a Dios. ¿Cuánto puede hacer la diferencia una vida obediente a Dios?
Muchas de las lágrimas de hoy derramamos, son simplemente el fruto de nuestra siembra de rebeldía. Jeremías podría haber cantado de gratitud y alegría, pero ahora, por las consecuencias de la desobediencia, ahora canta de dolor, lágrimas y tristeza.
Seamos obedientes a Dios para llorar de alegría, y no de tristeza.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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