lunes, 25 de marzo de 2024

HACIENDO LEÑA DEL ÁRBOL CAÍDO - LAMENTACIONES 2

Jeremías llora por la desgracia que vive el pueblo de Judá. El profeta sabe y reconoce que la destrucción de Jerusalén es simplemente la consecuencia de las múltiples rebeldías del pueblo ante la voluntad y la Palabra de Dios. Sin embargo, Jeremías sufre también por el escarnio y la burla de los pueblos vecinos y de la gente que se alegra por la tragedia de Judá.


Jeremías lamenta: “Todos los que pasaban por el camino batieron las manos sobre ti;

Silbaron, y movieron despectivamente sus cabezas sobre la hija de Jerusalén, diciendo:

¿Es esta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?

Todos tus enemigos abrieron contra ti su boca;

Se burlaron, y crujieron los dientes; dijeron: Devorémosla;

Ciertamente este es el día que esperábamos; lo hemos hallado, lo hemos visto” (Lamentaciones 2:15, 16).


Judá no era un pueblo humilde, no. Judá no era un reino de lo que podría llamarse “bueno” con los demás, y es por ello que tenía enemigos que, al ver la situación calamitosa que vive Jerusalén, aplauden, silban, se alegran, se burlan y humillan más y más a Judá. Esto causa indignación en Jeremías quien llora esta desgracia. ¿Cómo puede haber gente cruel que hace leña del árbol caído? 


Así es el ser humano que no ama a Dios. Se alegra de la desgracia ajena. Ya quisieran que que sus enemigos sufran más y más porque fueron “malos”. Así somos muchas veces. Al ver a alguien que ha caído, que se ha equivocado grandemente y ahora está sufriendo las consecuencias, muchas veces en vez de ser un alivio, un consuelo, podemos ser todo lo contrario. 


Cuando alguien cae, de por sí, ya se siente mal, fatal, arruinado… y lo último que espera es que venga alguien a decirle: “te lo dije”, “eso te pasa por desobediente”, “no te quejes”, “tú te lo buscaste”. Si no tienes nada bueno que decirle a alguien que está mal, es mejor quedarse callado. No hagamos leña del árbol caído, hoy puede ser él, mañana puedes ser tú. 


Si tu hermano, amigo o alguien cayó, se equivocó, no seas el dedo acusador, no preguntes, no señales, no digas nada… no juzgues, más bien abrázalo, empatiza, muéstrate amigo. Tú no sabes cuánto daño puedes hacer a alguien que ya sabe que la malogró… él solo quisiera un poco de paz, de un hombro para apoyarse, y quizás no de palabras, sino simplemente de un silencio que diga: Estoy contigo.


Feliz día.


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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