A veces no somos conscientes de lo terrible que es el pecado. Movidos por el placer, el orgullo, y la sed por hacer las cosas a nuestra manera, muchas veces no somos capaces de ver las consecuencias que podrían traer nuestras malas decisiones. Es así que locos por “el dragón que llevamos dentro”, hacemos las cosas sin importarnos los frutos que podríamos cosechar hoy, mañana o pasado.
El capítulo 5 de Lamentaciones es una oración que describe lo terrible que fueron las consecuencias del actuar de los judíos. No están cantando ni lamentándose los protagonistas de la historia, es decir, los que pecaron. Ahora están cantando los hijos, las viudas, los niños … ellos muy probablemente, no tuvieron la culpa de nada. Ellos fueron el efecto colateral del pecado, pues sí, muchas veces sufrimos las consecuencias de nuestras propias decisiones, y otras tristemente, las consecuencias de los actos de otros.
Cuando estemos siendo tentados por el pecado, cuando nos sintamos asediados por el enemigo, recordemos que si fallas, aunque haya perdón después, las consecuencias podrían ser muy graves no solo para ti, sino para tus hijos, o para los que nada tuvieron que ver, pero sufren los daños colaterales de tus decisiones.
Judá pudo evitarle el sufrimiento a sus hijos, a su descendencia, pero escogió seguir sus propios consejos. No sigamos el mal ejemplo de Judá. Vivamos en el camino de Dios.
Hoy es un buen día para pedir fuerzas a Dios, para soportar las tentaciones y vencerlas en Cristo. Abracémonos de Cristo.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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