¿Cuantas lágrimas nos evitaríamos si tan solo seriamos obedientes a la Palabra de Dios? ¿Cuántos matrimonios infelices se hubieran evitado si tan solo habrían hecho las cosas correctas? ¿Cuántos hijos abandonados y sin amor hoy vivirían distinto, si solamente sus padres habrían tomado decisiones según la Palabra de Dios?
Con frecuencia nos toca sufrir las consecuencias de nuestras decisiones, nuestra vida rebelde frente a la voluntad de Dios expresada en Su Palabra. Y es que a nadie le gusta que le contradigan. Preferimos a creer en "cuentos de hadas", "creer en políticos", el "artista de la TV", o el famoso “Influencer”, antes de creer en Dios. Y es ahí donde inicia la destrucción del ser humano, cuando desobedece a Dios para obedecer a hombres.
El pueblo de Judá e Israel tuvieron que comer polvo, llorar y ver tanto dolor por causa de sus opresores, Dios permitió todo ello no porque los odiara, no. Dios los amaba pero sencillamente lo que vivían era fruto de la desobediencia a Él. Dios no se venga, no se deleita en ver sufrir al ser humano, pero es el ser humano que por gustos y placeres, por el facilísimo de la vida DESOBEDCE A DIOS para ir en pos de un mundo "libre" y "sin límites".
Ahora, el pueblo de Judá estaba viviendo esclavizado por Nabucodonosor, presos, sin libertad, tristes y dolientes. ¿Se lo merecían? Con toda razón. ¿Se lo buscaron? De hecho que sí. ¿Habrían imaginado que su vida sería tan triste? Quizás no. Pero ahí estaban ahora. Conscientes de que lo que vivían ahora, era consecuencia de haberse apartado de la voluntad de Dios. Sin embargo, en medio del dolor, en medio del sufrimiento, en medio de la muerte y la injusticia; Dios se aparece con un mensaje de esperanza: NO TEMAS, YO LOS RESCATARÉ de la CAUTIVIDAD. Volverán, descansarán y vivirán tranquilos, y no habrá quien los espante (Jeremías 30:10).
¡Qué maravilloso Dios tenemos! Es posible que hoy estés pasando por momentos terribles. No imaginaste cuán hondo podías caer. Ni siquiera imaginaste tener una deuda tan grande como la tienes ahora. ¿Te apartaste de Dios? ¿Creíste que no pasaría nada? ¿Le creíste a esa persona que te juró amor eterno y hoy vives sola y triste? Vives cautivo y prosionero de las deudas, los problemas familiares, tu salud está deteriorada. No te mortifiques más. DIOS TE RESCATARÁ, no importa de dónde. Solo tienes que llamarlo, buscarlo de todo corazón. No temas. No dudes. Deja de llorar solo porque Dios desea consolarte con sus brazos de amor.
No importa dónde estés.
Que Dios te bendiga
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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