Sedequías fue el último rey de Judá. Su nombre significaba “Justicia de Jehová” y al principio pareció estar dispuesto a obedecer las palabras del profeta Jeremías, sin embargo, por la presión del pueblo, de un partido antibabilónico, el profeta cedió y finalmente se rebeló contra Nabucodonosor. Hay un dicho popular que reza de la siguiente manera: “La voz del pueblo es la voz de Dios”, ¿cuán cierto es esto? tristemente, esta idea o frase es muy lejano a lo que la Biblia dice. Sedequías vería, con dolor, la tragedia de ceder a la presión de grupo, a la “democracia”, a la mayoría.
Según Ezequiel 17:15-18, Sedequías ignoró las advertencias de Jeremías e hizo alianza militar con los egipcios, con la esperanza de evitar la amenaza de Nabucodonosor. Sin embargo, el tiempo le demostraría que la salvación no estaba con Egipto sino en Dios.
El sitio de Jerusalén inició en enero del 588 a.C., y duró hasta el verano del 586 a.C. Los judíos soportaron por más de dos años, pero al final, tal y como se había anunciado, Babilonia rompió los muros y destruyeron la ciudad. El hambre era tal que los judíos no pudieron soportar más. Aquel día, Sedequías huyó con su familia, pero fue en vano, y es que fue capturado y llevado ante el rey de Babilonia, quien ejecutó a sus hijos, en presencia de él, y luego le sacó los ojos al rey de Judá (Jeremías 39:1-10).
Sedequías terminó su vida como un prisionero ciego. Triste final para un rey que pudo haber hecho las cosas como Dios quería. Sin embargo, fue más la presión del pueblo, de los hombres importantes, de la gente que tenía poder. Lo más triste de todo es que su rebeldía ante Dios, trajo dolor y muerte a sus propios hijos. El pecado trae consecuencias funestas.
Sedequías, por su juventud, muy probablemente (reinó a los 21 años en un tiempo muy difícil), cedió, y no fue firme. Su final fue triste. Nunca habrá bendición ni cosas buenas cuando hacemos las cosas en contra de la voluntad de Dios.
Jamás sucumbas ante la presión de la gente si ella está en contra de la Palabra de Dios. No arruines tu vida por seguir la presión de la gente. En el momento quizás, las cosas parezcan “color hormiga”, pero después, las cosas tendrán un color agradable, pues haz obedecido a Dios. Se obediente y fiel a Dios, y las cosas serán para bendición.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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