De los tres discípulos en el círculo más íntimo de Jesús, Jacobo nos resulta menos conocido. No se sabe mucho del hermano de Juan, “hijos de Zebedeo” (Marcos 3:17). Sin embargo, Lucas le menciona en el libro de Hechos para contar su martirio.
La figura de Jacobo, a pesar de lo poco que la Biblia describe, es mucho más importante de lo que podríamos imaginar. Es muy probable que haya sido el segundo discípulo, de los doce, más influyente en el grupo, esto por las disputas sobre “quién de ellos sería el mayor” (Lucas 22:24). Y porque siempre aparece en segundo lugar después de Pedro en la lista de discípulos. Estuvo con Jesús en el Monte de la Transfiguración (Mateo 17:1) junto a Pedro y Juan, su hermano menor. Y finalmente, estuvo en el Monte de los Olivos (Marcos 13:3) para orar con Jesús, la noche anterior a la crucifixión.
1. Pasión en el cumplimiento de la misión. Jesús les puso por sobrenombre “Boanerges” a Juan y Jacobo, “los hijos del trueno” por su carácter. Mientras Andrés traía calladamente personas a Jesús, Jacobo deseaba hacer caer fuego del cielo para que se destruyeran pueblos enteros (Lucas 9:54), cuando los samaritanos no quisieron recibir a Jesús. ¡Realmente eran de un espíritu apasionado y muy emotivos! Sin embargo, Jesús no vino para destruir sino para salvar: “Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea” (Lucas 9:55, 56). El ejemplo de Cristo sobre la bondad, misericordia, y amor por las almas, impactó la vida de Jacobo.
2. Pasión por la misión hasta la muerte. ¿Quién podría imaginar que el apasionado discípulo de Jesús terminaría ejecutado con espada por manos de Herodes Agripa I, sobrino y sucesor de Herodes Antipas, quien mató a Juan el Bautista y enjuició a Jesús. Son desconocidas en la Biblia las razones de por qué Herodes Agripa I fue tan hostil con la iglesia primitiva. Lo que la Biblia dice es que ese asesinato “gustó” al pueblo y él quiso hacer lo mismo con Pedro (Los hechos de los apóstoles, p. 116). No obstante, Dios lo libró. Jacobo se convertiría en el primer discípulo en ser asesinado.
¡Qué difícil ser discípulo de Cristo en esos tiempos! Siempre fue difícil. Jacobo fue el primero de los miles y miles a través de todos los siglos, y no será el último hasta cuando venga Cristo. Creo que Jacobo quiso estar donde Cristo le había entrenado: en la línea de vanguardia, en la línea de frente, en la trinchera mientras el evangelio avanzaba y la iglesia crecía.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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