A la llegada de Festo, los judíos, sacerdotes y el Sumo Sacerdote se quejan de Félix , pues según ellos, no había hecho nada para juzgar a Pablo, y le piden que les haga justicia ahora (Hch. 25:2). El gobernador Festo escuchó las dos versiones y se dio cuenta que, así como Félix, no había encontrado nada raro él tampoco, algo como para poder ajusticiarlo o matarlo.
Después de algunos días Festo recibió la visita del rey Agripa y su hermana Berenice, por lo que ofrece una cena a los reyes, y les dice que tiene una dificultad. Así que les cuenta el caso de Pablo (Hch. 25:13-21). El rey Agripa pregunta de qué se le acusaba, y el gobernador Festo le dice que de predicar de Cristo, de un tal llamado Jesús el nazareno.
Cuando el rey Agripa y su hermana escucharon el nombre de Jesús, automáticamente lo relacionan con su bisabuelo, quien había intentado matarlo cuando era niño; es más, su tío había matado a Juan el Bautista, un familiar muy cercano a él y Herodes II había matado a Jacobo. Entonces de alguna manera u otra, Agripa conocía de Jesús. La Biblia dice: “Entonces el rey Agripa dijo a Festo: “Yo también quisiera oír a ese hombre, y él le dijo: mañana le oirás” (Hch. 25:22). Al día siguiente cuando amaneció, Pablo se presentó ante el rey Agripa y comenzó su defensa: “Estoy feliz de hablar ante ti porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones o preguntas que hay entre los judíos, en otras palabras, rey tú conoces mucho, así que tenme paciencia” (Hch. 26:2-3).
Pablo divide su defensa en tres partes (Hch.
26:4-23):
Primera parte, le explica quién era él. Soy judío nacido en Tarso. Me crié en Judea, en Jerusalén. Estudié a los pies de Gamaliel. Todos los que me acusan han sido mis amigos y he trabajado con ellos, yo les he hecho caso y fui un alumno brillante. Me acusan de no conocer la ley.
Segunda parte, le dice qué hacía él. Apresaba y castigaba, hacía caso todo lo que me decían y estuvieron contentos con mi trabajo, pero hoy me aborrecen. Ciertamente había creído que mi deber era hacer muchas cosas contra el nombre
de Jesús, encerré en cárceles a muchos Santos y muchas veces castigándolos en las sinagogas
los forcé a blasfemar y enfurecido sobre manera los perseguí hasta las ciudades. Yo imagino que
Pablo hacía su labor con vehemencia, con emoción que causaba impresión e impactaba la vida
de Agripa y su hermana Berenice.
Tercera parte, le cuenta cómo conoció a Jesús.
Les narra cómo fue su encuentro con Jesús, y
cómo es ahora su vida. Y después de darles toda una predicación, prácticamente Festo exclamó a gran voz: “Estás loco, Pablo. Las muchas letras te vuelven loco” (Hch. 26:24). Es que cuando Pablo contaba su testimonio, hablaba y citaba de memoria los textos, era un hombre poderoso. Mas Pablo respondió: “No soy loco excelentísimo, pues el rey Agripa sabe estas cosas” (v.25). “Y luego le preguntó al rey Agripa: “¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo: Por poco me persuades a ser cristiano” (Hch. 26:27, 28).
El conocimiento que tengas será trascendental en tu salvación. Tú que conoces un poco de la Biblia, si un día te pierdes, nunca será porque Dios no te llamó, sino porque mucha gente sabe mucho como para salvarse y poco como para perderse. El rey Agripa conocía de Jesús, solo que era un judío vendido al poder romano. Por eso Pablo le dice: “tú crees en los profetas rey Agripa”, y no dijo nada porque creía, por eso se quedó callado, y él responde: “por poco me persuades a ser cristiano” (v.28).
Hay gente que asiste a las campañas de evangelismo, a las semanas de oración, y no decide por Cristo. Hay gente que ha estudiado la Fe de Jesús y dicen “todavía no, me falta”. El rey Agripa conocía mucho, pero no era capaz de dejar sus privilegios, dejar su vida licenciosa.
Según Flavio Josefo, historiador judío no cristiano, cuenta que el rey Agripa era un rey muy corrupto. Traicionó a los judíos cuando estos se rebelaron contra el poder romano en el año 70 d. C., se alió con los romanos y fue uno de los responsables de la caída de los judíos. Entre él y su media hermana Berenice había un fuerte rumor de que era su marido. Pablo se atrevió a preguntarle mirándolo a los ojos; en otras palabras, el rey Agripa tuvo la oportunidad de aceptar a Jesús. No importa cuánto conozcas sino eras capaz de decidir por Cristo.
Hace algunos años estuve en una campaña y alguien me dijo: “Pastor, yo me bautizaría hoy, pero quiero que sea en mi cumpleaños, en un río y que cante el dúo Zimrah de Argentina, ya hice el contacto”. Amigos, el bautismo es una decisión urgente, pronta. El bautismo es una decisión de fe, grande, maravillosa y preciosa.
Los sentimientos no son garantía de algo bueno. Agripa le dice a Pablo “por poco y me persuades”, en otras palabras: “Un poquito más y me convencías”. Aparentemente esta es una declaración sincera, pero en realidad es una declaración media burlona o una excusa. Hay personas que dicen: “Yo pensaba que el predicador me iba a convencer, pero no pasa
nada, le falta que me haga llorar”. Otros dicen: “Yo quisiera que el Señor me toque, quisiera sentir, pero no siento nada cuando hace el llamado”. ¿Tú crees que el evangelio es como la serie La Rosa de Guadalupe, que pasa un viento y te quedas emocionado? Tus sentimientos no son garantía de nada bueno. Si tú quieres bautizarte cuando empieces a sentir el poder de un fuego, a llorar, a tirarte al piso, déjame decirte que estás equivocado. Si tus sentimientos y emociones fueron los responsables para casarte con esa persona que hoy te lastima, tomaste una mala decisión.
¿Quién te dijo que los sentimientos y las emociones es sinónimo de hacer las cosas bien. El evangelio es para luchar, para confiar en el Señor, dar el paso de fe. El mundo te enseña: “ver para creer”. En la vida cristiana es “creer para ver”. ¿Quieres ver milagros? Tienes que creer. Agripa desaprovechó la oportunidad de aceptar a Jesús. La historia dice que Agripa murió siendo traicionado, infeliz; nadie puede tener un final feliz si rechaza la invitación de Jesús. No he conocido hasta ahora a alguien que me diga: “me arrepiento de haberme bautizado”, pero sí he conocido a gente que no se bautizó y que años después me dijo “cómo quisiera volver el tiempo atrás, me arrepiento de no haberme bautizado”.
Hoy es el día de decisión, es el día de salvación. No creo que quieras ser como Agripa como para decir “por poco me persuades”. Sé valiente y decide por el Señor, abre tu corazón. No imaginas las cosas grandes y hermosas que Dios tiene preparado para ti. Esta no es una invitación sencilla, es un llamado a seguir sin titubear a Cristo.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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