Hechos 10 aconteció diez años después del Pentecostés, y aunque Jesús había dado la misión de ir hasta lo último de la tierra (Hch. 1:8), los cristianos judíos aún no habían predicado a los gentiles como se debía. Este capítulo es transcendental en la misión. Pedro necesitaba, como líder de los apóstoles, entender que debían abrir el evangelio para todo el mundo, sin acepción de personas. Y así fue a través de Cornelio.
“Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada La Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre”. (Hechos 10:1, 2).
Cornelio era un romano que vivía en Cesarea. En ese tiempo era la capital romana de Judea, y contaba con muchos hermosos edificios públicos. Cornelio era un hombre rico, de linaje noble y ocupaba una posición de responsabilidad y honor. “Aunque pagano de nacimiento y educación, por su contacto con los judíos había adquirido cierto conocimiento de Dios, y le adoraba con corazón veraz, demostrando la sinceridad de su fe por su compasión hacia los pobres”. Sin embargo, no era miembro de la congregación judía, y no porque no quisiera, sino porque los rabinos, escribas y fariseos lo hubieran considerado como un inmundo.
La historia de Cornelio es la historia de muchas personas piadosas y temerosas de Dios, que ayudan a sus prójimos, pero que aún no conocen el evangelio en su totalidad, y por supuesto, tampoco están bautizadas. ¿Crees que hay gente así? Ellas están esperando, al igual que el eunuco etíope, que alguien les ayude a entender la verdad a través de un estudio bíblico. Y no solo eso, sino que, sin ser bautizados, YA HACEN LA OBRA MISIONERA. Así trabajaba sin ser “adventista”.
Cornelio tenía “criados y soldados devotos” (v. 7). También invitó en su casa a “parientes y amigos más íntimos” para la visita del pastor Pedro (v. 24). Y no solo eso, sino hace un llamado directo a sus amigos y los compromete con la visita de Pedro: “Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado” (v. 33). Bueno, y para cerrar con broche de oro, Pedro: “mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús”. Quizás está leyendo este manual alguien que aún no es bautizado, y ya gana almas. Sin embargo, Cornelio fue bautizado en cuanto entendió la verdad. ¿Amén?
¿Cuántos “Cornelios” habrá hoy? “Hay muchos hombres como Cornelio a quienes el Señor quiere vincular a su obra en el mundo [...]. Hay en nuestro mundo muchos que están más cerca del reino de lo que suponemos” (Los hechos e los apóstoles, 115), Solo debemos ir.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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