“Y lo comeréis en cualquier lugar, vosotros y vuestras familias; pues es vuestra remuneración por vuestro ministerio en el tabernáculo de reunión” (Números 18:31).
El ministerio sacerdotal le pertenecía a Aarón y su familia. Y esto no lo escogió Moisés ni Aarón, sino que fue Dios mismo quien le dio ese privilegio y responsabilidad gigantesca. No es fácil dedicarse exclusivamente al ministerio, es una tarea delicada que tiene situaciones preciosas, pero también tiene momentos y aspectos difíciles. En el capítulo anterior Dios le demostró apoteósicamente que Aarón era el escogido, y que los demás príncipes, de otras tribus, podrían ser buenos y tener buenas intenciones pero Dios eligió a Aarón y su familia. ¿Por qué? La Biblia no da más razones, solo dice que el sacerdocio le pertenece al hermano de Moisés y su descendencia.
Un israelita natural, tal como se presenta en el capítulo 16, podría notar preferencias de Dios, aparentemente. ¿Por qué solo Moisés, Aarón y Maria tenían que ser los de alto cargo en el pueblo? Moisés era el líder, Aarón era el sacerdote y María era profeta. ¿No había más gente o familias en Israel? Esa era la molestia de muchos en el pueblo. Ellos creían que Moisés hacía por propia voluntad esas designaciones, nepotismo descarado. Sin embargo, tal y como vimos ayer, no era Moisés haciendo abuso de poder. No. Todo esto era por voluntad de Dios, ¿por qué? Dios nunca dijo.
Ahora, en el capítulo de hoy, hace una descripción de la manutención de la familia de Leví, los levitas, y prácticamente dice que ellos debían vivir de las ofrendas y diezmos de todo el pueblo de Israel. Esto parece absurdo, ilógico, incoherente, abusivo, descarado, injusto, pero según la Biblia, DIOS LO QUERÍA ASÍ.
Alguno, en este tiempo, puede decir: “no me parece justo que un grupo reducido de personas vivan del trabajo (diezmos y ofrendas) de los demás”. Y sí, yo fui una de esas personas a mis 17 años. Me quedó impregnado las letras de Ricardo Arjona en su canción “Jesús verbo y no sustantivo”, que decía:
“Jesús no entiende por que en el culto le aplauden
Hablan de honestidad sabiendo que el diezmo es un fraude
A Jesús le da asco el pastor que se hace rico con la fe
Jesús hermanos míos es verbo, no sustantivo”
Tengo 13 años como pastor, y en mi iglesia no aplauden. No soy rico, y el diezmo no es un fraude, es bíblico. Fue Dios mismo quien instituyó ese sistema de manutención para los ministros. Y no, no solo lo dejó estipulado en el Antiguo Testamento (pues algunos dicen que eso era para sacerdotes) sino que también lo volvió a decir con Pablo:
“Así también ordenó el Señor que los que proclaman el evangelio, vivan del evangelio” (1 Corintios 9:14).
“Porque la Escritura dice: «No pondrás bozal al buey cuando trilla», y: «El obrero es digno de su salario»” (1 Timoteo 5:18).
Sin embargo Pablo, simplemente hacía eco de lo que Jesús mismo había dicho: “ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de sandalias, ni de bordón; PORQUE EL OBRERO ES DIGNO DE SU SALARIO” (Mateo 10:10). Así, si bien es cierto que el sistema sacerdotal en el templo terrenal caducó con la muerte y resurrección de Cristo, sin embargo, todos los que se dediquen exclusivamente al ministerio, y por no poder dedicarse a otra cosa, deben vivir del evangelio. Y hasta la fecha, no he conocido a un pastor de mi iglesia que sea rico. Y esto se debe al sistema de la organización adventista (que es un tema amplio para hablar en otro momento).
Seamos felices, en donde Dios nos ha dado el privilegio de estar. Todos son llamados en este tiempo, pero no todos pueden servirle de manera exclusiva a Dios. Ora por mí, ora por tu pastor, ¿lo harás?
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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