"De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel;
pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la
dura servidumbre” (Ex. 6:9).
No es lo que dices sino cómo lo
dices. Es cuestión de actitud. Una promesa de Dios debe ser transmitida con
seguridad, con denuedo. Somos llamados a compartir un
mensaje de esperanza con una actitud correcta. Pablo diría presentar la palabra
con denuedo (Hch. 4:13, 29 y 31) que tiene que ver con valentía, energía, convicción con que se ejecuta una acción. No
podemos presentar la Palabra con inseguridad, con temor y duda. Moisés tenía la Palabra más segura, pero no
estaba tan seguro de ello. Con mucha i poca razón, pero se nota duda.
No obstante, debemos recordar una vez
más que Moisés fue educado en las mejores universidades de su tiempo. Pablo
dice que era “poderoso en sus palabras” (Hch. 7:22) y, sin embargo, ante
la respuesta negativa del Faraón, Moisés se desanimó. ¿Es posible que un líder
se desanime? Hace algunos años una joven me preguntó si los pastores se
desanimaban. Le dije que todos, en algún momento, nos desanimamos. Es simple,
somos humanos.
Ante su desánimo, Moisés recibe
nuevamente directamente de Dios la promesa de que hará de Israel una nación
grande, bendecida y libre; no obstante, Moisés ve de “color gris” esas promesas,
ante una realidad nada alentadora. Haciendo caso a Dios, se dirige a los
israelitas para transmitirles las “maravillas” que Dios hará con ellos. Es
evidente que ellos no le creyeron, pues Moisés le dice a Dios: “He aquí, los
hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo, pues, me escuchará Faraón, siendo yo
torpe de labios?” (Ex.6:12 cf. 6:30).
Es interesante notar que Moisés cree que los israelitas no le creyeron, o
escucharon, porque no tiene facilidad de palabras o como él mismo dice es
“torpe de labios”. ¿Tartamudo?
La verdad es que Moisés no estaba en
lo cierto, tal como lo expresa el texto de hoy. No es lo que dices sino cómo lo
dices. Moisés estaba desanimado, triste, acongojado, no estaba seguro de lo que
Dios había prometido. Hay duda y desánimo en sus palabras. A parte de eso,
¿cómo animar a otros a creer en las promesas de Dios? ¿Cómo animar a salir de
Egipto, de ser libres si yo no creo en esa promesa? Imagino a Moisés diciendo
más o menos así: “Pueblo de Israel, dice Dios que lo que le prometió a
Abraham, Isaac y Jacob lo cumplirá… bueno, no sé cómo, pues así como van las
cosas… en fin, eso es lo que me dijo para decirles…”.
Hoy es un nuevo día. ¿Estás
desanimado? ¿Estás seguro de lo que crees? ¿Crees realmente en las promesas de
Dios? ¿Puedes animar a otros si tú mismo no lo estás? No es lo que dices, sino
el cómo lo dices. No es lo que haces sino cómo lo haces. Es cuestión de
actitud. Las palabras son cápsulas cargadas de medicina o veneno. Podemos construir
y destruir solo con palabras.
¿Cómo estás hablando? ¿Qué estás
hablando? ¿Estás transmitiendo las promesas de Dios de modo que las personas
son animadas? Que el desánimo sea disipado hoy con la seguridad de que Dios va
contigo, para animarte y fortalecerte. Presenta las promesas de Dios, la
Palabra de Dios con #PODER.
Buen día!
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¡Dios te bendiga mucho!
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