"Pero Moisés
le dijo a Dios: “¿Y quién soy para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los
hijos de Israel?”” (Ex. 3:11).
El tiempo de Dios no es el tiempo del
hombre. Moisés llegó a ser un líder extraordinario: “Fue enseñado Moisés en
toda sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras”
(Hch. 7:22). Y “Su habilidad como líder militar lo convirtió en el favorito
del ejército egipcio, y la mayoría lo consideraba como un personaje notable” (Patriarcas
y profetas, pp. 250). Era un líder preparado en la ciencia humana. El
decreto de muerte que tenía el objetivo de matar a Moisés, fue usado por Dios,
para que Moisés sea educado y capacitado como el futuro libertador del pueblo
de Israel.
Moisés era consciente de quién era, y
qué es lo que Dios había trazado para su vida. Los ángeles habían comunicado a
los ancianos de Israel, que la opresión y humillación en Egipto tendrían su fin;
y que Moisés, era el elegido para libertarlos. Moisés sabía de labios de
los mismos ángeles que él sería el libertador de las la esclavitud egipcia, y
se sentía seguro de lograr ese afán. Como todo joven, impetuoso y osado, en su
deseo de cumplir el propósito de Dios para con su pueblo, creía fehacientemente
que la libertad sería obtenida con fuerza y armas, estrategias militares y discursos portentosos. Sin embargo, olvidaba que la
batalla del Señor se libra “No con ejército, ni con fuerza, sino con”
el Espíritu de Jehová (Zac. 4:6).
Uno de esos días, Moisés vio a un
egipcio golpeando a un israelita, no soportó ese cuadro y le dio muerte al
agresor. Nadie vio esa escena sino un israelita: “Él pensaba que sus
hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo
habían entendido así” (Hch. 7:25). Moisés, pensó que era el día en que el
pueblo de Dios debía levantarse contra el país opresor, y proclamarlo como
libertador, pero fue grande su decepción cuando un israelita le respondió: “¿Quién
te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros?” (Hch. 7:27). Huyó de
Egipto porque Faraón se enteró de la muerte del egipcio, y de los propósitos de
Moisés detrás de este significativo evento.
Moisés no estaba preparado para ser
libertador según la agenda divina. Debía aprender que el tiempo de Dios
es muy diferente al tiempo de los hombres. Debía aprender a confiar enteramente
en Dios. Debía aprender, así como Abraham y Jacob, que Dios no necesita “ayuditas”
para cumplir sus propósitos y promesas. 40 años vivió Moisés en Madián, en el
desierto como pastor de ovejas, haciendo el trabajo más repugnante para un
egipcio, pero no le importaba mucho. Aprendió a obedecer, desarrolló hábitos de
atento cuidado, abnegación y cuidado por su rebaño. Ninguna otra educación
humana podría haber enseñado a Moisés las experiencias vividas. En el desierto,
rodeado de la creación de Dios, su orgullo fue golpeado y aprendió a depender
del Pastor y llegó a ser “muy manso, más que todos los hombres que había en la
tierra” (Nm.12:3).
Es en ese contexto que un día,
después de cuatro décadas, tiene su encuentro con Dios, con el que le había
elegido para ser el libertador del pueblo israelita. Y cuando Dios le pide que
vaya a Egipto y liberte a su pueblo, naturalmente dice: “¿Y quién soy
para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?”” (Ex.
3:11). La declaración anterior carga lecciones grandiosas. El hombre que un
día estaba dispuesto a liderar las huestes israelitas contra Egipto, el que
desbordaba autosuficiencia; ahora no se siente capaz de hacer tal obra. Dios
había logrado su propósito: Moisés no era
el mismo.
Hoy es un nuevo día. ¿Será que estás
viviendo en las cortes de Egipto? en las cortes de la comodidad, de la
autosuficiencia, del orgullo y lleno de conocimiento para poder hacer las cosas
de Dios en un “santiamén”. Recuerda, Dios no necesita “ayuditas” para cumplir
sus promesas. El tiempo de Dios es muy diferente al tiempo del hombre. Es
necesario aprender, como Moisés, a depender de Dios en vez de nuestras
capacidades.
Buen día!
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¡Dios te bendiga mucho!
Hay un versículo que de manera puntual mencione el tiempo de Dios no es el tiempo del hombre?
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