"Impóngales
tareas más pesadas. Manténgalos ocupados. Así no harán caso de mentiras” (Ex. 5:9).
Cuando Moisés y Aarón se presentaron ante el Faraón, y le dijeron que,
era necesario que el pueblo de Israel vaya a servir a Dios al desierto, el rey
de Egipto dijo: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a
Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel” (Ex. 5:2). Para
el Faraón, Jehová (pues usa el nombre propio de Dios Yhwh), es una mentira, y como es mentira no cree en Él; y por lo
tanto, no dejará ir al pueblo para que le adoren. Aún más, como para Faraón,
Jehová (Yhwh) es mentira, tiene la solución para que el pueblo no crea mentiras: “Impónganles tareas más pesadas. Manténganlos ocupados. Así no harán
caso de mentiras” (Ex.5:9). ¿El pueblo quiere adorar a Jehová? ¡Más
trabajo! ¿Será que el trabajo es una de las estrategias usadas por el enemigo
para que el pueblo de Dios no alcance libertad y crecimiento? Sin duda alguna,
sí.
La actitud de Faraón y su respuesta es también conocida hoy. El Faraón
de la actualidad, el diablo, no desea que sus hijos salgan de Egipto para
servir a Dios, para adorarlo. Y para ello, de astutamente, con filosofías y
corrientes varias, muestra a Dios como un cuento, una creencia sin base, un
argumento para gente limitada e ingenua. El enemigo de Dios tiene una estrategia
conocida: El trabajo. Sabe que puede impedir que la gente salga de Egipto, “manteniéndolos
ocupados”.
El monarca de Egipto sabía que “manteniendo ocupado” a los esclavos, no
se darían cuenta de su condición triste y por ende no harían caso al portal de
libertad que Dios les ofrecía. Sucede lo mismo hoy. Hombres y mujeres viven
ocupados en Egipto, estresados por el trabajo, por el horario, por el sueldo y
el sobretiempo. Trabajan en demasía y todo lo que ganan, no les pertenece, pues,
en condición de esclavos todo lo que ganan y tienen, le pertenece a un amo, y ese amo, duro como parezca es el
enemigo. Es por ello que cada fin de mes, el dinero viene y se va como entre
los dedos. No es tu dinero, trabajaste tanto para gastarlo en cosas vanas, que,
después de disfrutarlas simplemente te lamentas una y otra vez.
Hace algún tiempo conocí a Dolores, cerca de su casa realizamos una
serie de conferencias. Uno de esos días, fui a su bodega a comprar una botella
de agua. Antes de salir de aquél lugar le pregunté si sabía de lo que ocurría
en el auditorio a media cuadra de su casa. Ella me dijo que sí. La invité y me
dijo que no podía ir porque tenía “mucho trabajo” y “estaba muy ocupada”. Al
día siguiente la volví a visitar y en una conversación amena me confesó hace
muchos años fue adventista y que por motivos de trabajo se fue alejando poco a
poco de la iglesia.
Hoy es un nuevo día. ¿Tu trabajo está impidiendo a que sirvas
completamente a Dios? ¿Sientes que el trabajo en exceso te mantiene ocupado de
modo que has descuidado de tu servicio a Dios? ¿Estás postergando tu decisión
por causa del trabajo? El trabajo fue una de los regalos que Dios dio al
hombre. El trabajo en sí es una bendición, pero cuidado, también puede ser
usado por el enemigo de Dios. Si tu trabajo es un obstáculo para tu vida
espiritual, es tiempo de tomar una decisión. La Biblia dice: “Joven fui, y he
envejecido, y no he visto a justo desamparado ni su descendencia que mendigue
pan” (Sal.37:25).
Buen día!
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¡Dios te bendiga mucho!
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