viernes, 18 de septiembre de 2015

El propósito de Dios para su pueblo - Éxodo 19


“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel” (Éxodo 19:5, 6).

Tres meses después de salir de Egipto, llegaron al desierto de Sinaí.  Una parada rumbo a Canaán. Dios vio que era necesario que su pueblo pase por Sinaí antes de ir a la tierra prometida. ¿Con qué propósito los llevó hasta Sinaí? La razón del porqué el pueblo de Israel tenían que pasar por Sinaí antes de ir a Canaán radicaba en que debían conocer el propósito de Dios para ellos. Como ya dijimos antes, no hay nada de lo que Dios haga que no tenga un propósito. Dios tenía un propósito para ellos, y ellos debían saberlo directamente de Dios: (1) reino de sacerdotes y (2) gente santa, y para que esto sea real, el pueblo de Israel debía ser obediente, debía guardar su pacto.

Reino de sacerdotes
El propósito de Dios para los israelitas era extraordinario. Los israelitas serían un linaje tanto real como sacerdotal: reyes y sacerdotes. En mundo infestado por la maldad, debían ser reyes morales y espirituales en el sentido de que prevalecerían sobre el reino del pecado (Apoc.20:6), serían cabeza y no cola (Dt.28:13) ya que tendrían una vida de prosperidad. Y serían sacerdotes porque debían ser los intermediarios entre Dios y los paganos, debían, en oración y alabanzas y sacrificios interceder antes Dios, por aquellos que no pertenecían al gran pueblo de Dios. El propósito que Dios tenía para su pueblo era realmente maravilloso.

Gente santa
El segundo propósito de Dios para los israelitas era especial: Serían una nación santa. El pueblo de Dios debía ser diferente de las otras naciones, serían gente consagrada al  servicio de Dios. El ser santo no indica impecabilidad o perfección, pero indica ser separado de lo mundano para un uso sagrado, para Dios. Y es que un Dios Santo exige un pueblo santo (Mt. 5:48, 1 Ped. 1:16). El pueblo de Israel fue llamado a ser un pueblo santo, separado por Dios para una misión especial, serían los que prepararían el camino para la venida del Mesías, Jesús.

¿Cómo llegarían a ser un reino de sacerdotes y gente santa?
La respuesta  está en la siguiente declaración: “Si diereis oído a mi voz y guardareis mi pacto” (Ex.19:5). Parece obvio, no lo es. Es mucho más serio de lo que parece: El pueblo debía ser obediente. Y al ver la historia dela humanidad podemos notar que es lo que más le costó hacer. La desobediencia era un asunto natural en cada ser humano, fue la causa de la entrada del pecado al huerto de Edén. ¿Es tan difícil ser obediente? Lo es, y tú yo lo sabemos en experiencia propia.

Hoy es un nuevo día. El mismo propósito que Dios tenía para el pueblo de Israel es el que tiene para nosotros hoy, desea que tú y yo seamos sacerdotes y santos. Que trabajemos que personas que no pertenecen al pueblo de Dios, tengan esperanza. Conozcan del maravilloso amor de Dios. Y para que nuestra obra sea efectiva debemos ser santos, separados, diferentes a los demás. La pregunta es, ¿Cómo lo lograremos? Unidos a Cristo, pues dice Jesús “separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5). Solo tomados de la mano de Jesús, conectados a Jesús podremos ser obedientes al pacto de Dios, hacedores y no solo oidores de la verdad. Para ir a Canaán, es necesario recordar el propósito: Somos llamados a ser reino de sacerdotes y gente santa.

Buen día!

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¡Dios te bendiga mucho!

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