"Escogió Moisés varones de virtud entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez" (Éxodo 18:25).
El pueblo de Dios había crecido. El enemigo de Dios a
través del faraón que no conocía a José, vio en un pueblo numeroso un problema,
una amenaza z. Los sometió a la esclavitud y los desorganizó (Ex. 1:8).[1]Dios
vio la aflicción de sus hijos, y a través de Moisés, libertó a su pueblo. Sin
embargo, ese pueblo, la nación israelita estaba en una total desorganización. Y si la desorganización es, de por sí un
problema, el problema más grave es cuando el líder es parte de esa desorganización.
Vamos a llamar al pueblo hebreo “la Iglesia
de Adventista del Séptimo Día del Antiguo Testamento”. Era un Mega Iglesia -¿Cómo
la iglesia del pastor David Cho?- ¡Mucho más grande!
El problema de la iglesia
El número de personas que salieron de Egipto
fueron 600 000 sin contar mujeres y niños (Ex. 12:37), esto es igual, según los
estudiosos a más de millón y medio de personas aproximadamente. Moisés era el
líder, el pastor. Sin lugar a dudas, era una locura lo que Moisés venía
haciendo en el tiempo, antes de la visita de su suegro (Ex. 18). El
viejo sacerdote de Madián, Jetro, vio que Moisés era muy trabajador, sin
embargo debía hacer cambios o de lo contrario “acabaría agotándose del todo”.
Se advierten al menos dos problemas:
Centralismo de poder. La razón por el cual muchas empresas, instituciones e iglesias fracasan radica no tanto en la falta de dinero, o material humano, sino en centralizar el poder y no delegar responsabilidades de acuerdo a capacidades. Elena G. White declara: “Los hombres dirigentes deben delegar responsabilidades sobre otros y permitirles trazar planes e idear medios y ponerlos en ejecución”.[2] La mensajera del Señor aconseja el principio de delegar responsabilidades, muy lejano a centralizar el poder o querer hacerlo todo.[3]
Desperdicio de
tiempo. “El tiempos es oro” dice un dicho popular. Y
no tiene que ver con “dinero” necesariamente. El dinero se recupera, pero el tiempo
es imposible. En una hora perdida, puedo perder una, dos, tres vidas, tres
almas saladas de las garras del enemigo; eso sí que vale la sangre de Cristo. La
iglesia de Moisés era muy lenta. Tenían que esperar a que él solucione toooodos
los problemas y las decisiones por más fáciles o difíciles que sean.
Definitivamente era un gran, y grave problema.
Solución para el problema de la iglesia de los tiempos de
Moisés
Jetro, al ver el caos de la iglesia,
desorganizada y sin líderes capaces, va a Moisés con tino y le da una estrategia[4] regia y sencilla, que sin duda fue por
inspiración de Dios, es por ello que Moisés deja plasmado ese evento:
Capacita, es decir enseña (Ex. 18:20).
Elige líderes temerosos de Dios (Ex.
18:21-27) de:
- 1000(Podría ser como un distrito misionero).
- 100 (Podría ser una iglesia).
- 50 (Podría ser una congregación).
- 10 (¡Esto sí es un Grupo Pequeño!).
¡Poderoso! Ahora sí que fue un éxodo (una
salida) para un problema organizacional. Moisés podía ahora respirar tranquilo.
¿Por qué un Grupo Pequeño? Porque es el plan de Dios. Y porque es la mejor
manera de organizarse.
El pueblo de Israel salió de Egipto por mano
de Dios rumbo a Canaán. Era preciso que llegue, pero para que eso sea realidad
debía enseñarle algo más (a parte de las ordenanzas y leyes), debían aprender a
organizarse. Por ello utilizó a Jetro, un profeta, siervo de Dios para mostrar
esa verdad.
Así como el pueblo de Israel tú y yo hemos
salido de Egipto, y Dios nos quiere llevar a la Canaán, pero no podremos llegar
a menos que aprendamos a organizarnos bien, en
Grupos Pequeños. Y para ello utilizó a Elena G. de White, una sierva de
Dios, para mostrarnos y hacernos volver a nuestros orígenes. ¿Por qué organizarnos
en Grupos Pequeños? Porque es el plan de Dios para el pueblo rumbo a Canaán, para
que le adore por siempre y para siempre (Ap. 14:3).
Elena G. de White dice: “El (Dios) se propone
que aprendamos lecciones de orden y organización del orden perfecto instituido
en los días de Moisés, para beneficio de los hijos de Israel”.[5].
Hoy es un nuevo día. Vayamos a Canaán, al cielo bien organizados. Oremos y trabajemos para que esto sea una realidad en cada una de nuestras iglesias.
Buen día!
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¡Dios te bendiga mucho!
[1] Heyssen J. Cordero, “La arquilla de moisés en el conflicto
cósmico”, Berit Olam 3, no.1 (2006):
14.
[4] Elías Brasil de Souza, “Fundamentos bíblicos e teológicos
do ministério de pequenos grupos”, Pequenos
grupos, grandes soluçônes (SP, Brasil: Cámara Brasileira do Libro, 2007), 16.
[5] Elena G. White, Servicio
cristiano (Buenos Aires: ACES, 2007), 93.
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