jueves, 26 de agosto de 2021

SOY PECADOR, ¿Y AHORA QUÉ HAGO? - ROMANOS 3:23, 24

¿Cuándo te diste cuenta de que eras un pecador o una pecadora? ¿Cuándo llegaste a entender que por mas bueno que quieras ser, tu naturaleza humana “te traiciona”? ¿Cuándo comprendiste que solo no puedes vencer, solo eres como un “perrito tratando de morder su cola” dando vueltas en círculos, con el objetivo de alcanzar la perfección? ¿Por qué nos cuesta tanto vivir conforme a la voluntad de Dios expresada en su Palabra? La respuesta es simple, porque SOMOS PECADORES, nuestra naturaleza es pecaminosa, y PECAMOS PORQUE SOMOS PECADORES, no somos pecadores porque pecamos. 


David diría: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). E Isaías sumaría diciendo: “Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite” (Isaías 1:6). En esa misma línea, Pablo llega a escribir uno de los textos más citados respecto a nuestra condición:


“por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:23, 24). Todos somos pecadores, no hay Justo ni aún uno, todos se desviaron (Romanos 3:10-13 comparar con Salmos 14:1-3). 


¿Qué esperanza podríamos tener? Eso explica nuestra actitud diaria, nuestra condición corrupta porque el mal que no quiero hacer eso hago y el bien que no quiero hacer, eso hago (Romanos 7:14, 15). Decido ser una buena persona, un buen padre, un buen hijo, un buen amigo, pero no lo consigo porque soy pecador. Y soy pecador porque mi condición es de pecado. Yo peco porque soy pecador, no soy pecador porque peco. Un día prometo algo, y al otro día, rompo mis promesas… ¿quién podrá ayudarnos? 


Pablo dice que todos los seres están sumergidos en la desgracia del pecado, y eso hace que todos estén destituidos de la gloria de Dios. Cuando el pecado entró a la raza humana, perdimos la imagen de Dios, y para que la recuperemos fuimos redimidos en Cristo.


La redención era la compra de un esclavo perdido o la compra de un cautivo que perdió su libertad en la guerra. En ambos casos, había un precio que pagar. No lo pagaba el esclavo ni el cautivo; lo pagaba el “goel”; es decir, el pariente más cercano. 


Jesús es nuestro pariente más cercano, nuestro Redentor. Fuimos comprados a un precio infinito para Dios y es gratuito para nosotros. Somos pecadores, somos malos, solo Cristo Jesús, solo Dios puede librarnos de la esclavitud del pecado, puede rescatarnos de los enemigos que ganaron la guerra y nos tienen cautivos. Solo en Cristo podemos ser mejores cada día, solo en Él. 


Feliz día.


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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