“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:20).
El libro de Génesis tiene 50 capítulo, pero desde el 37, es decir 14 capítulos narran básicamente la historia de José. Una historia digna de una película melodramática con final feliz. La historia de José, el hijo de Jacob, quien también fue llamado Israel, es una representación vivida de una gran verdad: “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28). José parece haber hecho siempre lo que era correcto; pero, más importante que eso, lo hizo por la razón debida. ¡Y cuán significativo es ese detalle! José fue vendido como esclavo por sus hermanos y fue comprado por Potifar, capitán de la guardia de Faraón. Pero aunque estaba obligado a servir, convirtió cada experiencia y circunstancia, no importa cuán amarga, en algo bueno. Lo mismo pasó en la cárcel, en Egipto como gobernador. En fin, tuvo una vida en armonía con los principios de Dios. Esto no es gratis, esto es evidencia de una vida en plena comunión con Dios.
Jacob había muerto, y los hermanos tuvieron miedo de que José se vengue, ya que su padre no estaba entre ellos como quien “apacigüe su ira y venganza”. Sin embargo, José les responde: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:20). Dicen que la peor tragedia en la vida no es morir, sino vivir sin un propósito. José vivió una vida tan perfecta porque tenía en claro su propósito de vida. Sabía que Dios actuaba en cada paso, aún en la esclavitud y la injusticia de Egipto, aún en las locas decisiones de sus hermanos, Dios siempre hacía las cosas para bendecir a José y llevarlo a ser un tipo de “salvador” de Egipto y de todo el pueblo de Israel.
José sabía que su papel en este mundo era la de salvar vidas. ¡Extraordinario! José sabía que no eran los seres humanos, era Dios guiando su vida siempre. ¡Alabado sea Dios!
Alguna vez escuché una oración que decía más o menos así: “Señor, quisiera caminar en tu senda y vivir la vida como José, Enoc, o Daniel; hijos fieles ante ti, que no se registra pecado alguno en tu Palabra. Pero si por allí, no puedo ser como ellos, perfectos y rectos, permítame ser como cualquier hijo tuyo que alcanzó la gracia ante ti”. Esta oración revela que en la Biblia son pocas las personas que tienen una vida intachable todos sus días de vida, pero que por lo menos Enoc, Daniel y José muestran una vida perfecta. José es la evidencia clara de que una vida en comunión con Dios no da lugar a la venganza, el rencor, el odio, aunque haya suficientes motivos, no. Una vida fiel es una visa plena.
Hoy es un nuevo día. La vida puede parecer injusta, complicada y dura. Pero si entiendes que Dios puede encaminar para bien todas las cosas, serás feliz. Necesitas identificar tu propósito de vida, entenderlas y vivirlas con plenitud y seguridad. Necesitas vivir sin ningún sentimiento de mal, porque Dios siempre encamina a bien a sus hijos fieles.
Que Dios te bendiga grandemente.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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