“Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” (Éxodo 25:8).
¿Cuál es el mayor deseo de Dios para con sus hijos? ¿Para qué construir un santuario? ¿Qué razones tendría Dios para pedirle a Moisés que construya un santuario en el desierto? La respuesta a esta pregunta, se encuentra en el texto de hoy: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” (Exo.25:8), con estas palabras, Dios expresó su deseo de habitar con nosotros. A leer la Biblia, desde el Génesis al Apocalipsis nos encontraremos con esa constante: Dios siempre quiere estar con nosotros. Y es que tú y yo somos creación suya, somos obra de sus manos (Sal.138:8), ¿qué padre no ama a sus hijos? Fue el enemigo que Dios, quien obró la separación entre Dios y su creación, a través del ingreso del pecado (Isa. 59:2). Ahora, Dios “moraría” en medio de su pueblo, ellos sentirían su presencia cercana, todos los días. ¿Qué te parece? ¿Te gustaría tener la seguridad de la presencia de Dios cada día en tu vida?
El pueblo de Israel construiría un santuario portátil, pues estaban yendo rumbo a Canaán. Sin embargo, todo lo que a Moisés se le mostró, era un reflejo, una vislumbre de un santuario celestial (Exo.25:9 cf. Heb.8:5). El santuario del desierto acompañó al pueblo por cientos de años, hasta que ese santuario movible se instaló definitivamente en el gran templo del rey Salomón. Sin embargo, por la desobediencia y rebeldía del pueblo, los babilonios dejaron del templo y el santuario, solo escombros (2 Cro.36:17-21). A su regreso del exilio, por mandato de Ciro, fue que Nehemías junto a Zorobabel reconstruyeron una vez más el templo a Dios; no obstante, este templo también sería profanado y destruido por griegos y romanos respectivamente. Finalmente, Herodes “el grande”, derribó lo que quedaba del templo de Zorobabel en el año 20 AC., y reconstruyó el templo de Jerusalén en 46 años (Jn.2:20), esto es en el año 25 D.C aproximadamente. Cuando Jesús leyó el libro de la Isaías en la sinagoga (Luc. 4:16-21), el templo ya había sido construido.
El santuario representaba, entonces, el deseo de Dios de habitar con su pueblo. Dios estaría con su pueblo, lo divino cerca de lo humano. La perfección actuando en medio de la imperfección. El nacimiento de Jesús también persiguió ese deseo de Dios. Mateo dice que Jesús es el Emmanuel, esto es Dios con nosotros (Mat.1:23 cf. Isa. 7.14). Pero Juan da un detalle más y mejor, cuando dice: “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Jn. 1:14). La palabra griega se traduce literalmente: “hizo su tabernáculo” entre los hombres (Comentario Bíblico Adventista, p. 1:647), pues su meta máxima es morar con nosotros por siempre (Jn. 14:1-3). Esto es lo más hermoso del carácter de Dios, siempre buscando estar con sus hijos (Apo.3:20).
Hoy es un nuevo día. Recuerda que Dios quiere morar contigo cada día, por siempre, por la eternidad. ¿Quisieras morar tú con Él? ¿Quisieras morar con Dios por la eternidad? Dios está preparando lugar para ti (Jn.14:1-3), todo depende de ti, ¿qué vas a decidir?
¡Buen día!
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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