Cuando leímos el capítulo 14 de Éxodo, vimos que la primera razón del porqué Dios escogió llevar al pueblo de Israel por la ruta más larga hacia Canaán, fue porque Dios quería que antes de que entren a la tierra prometida (1) crucen el Mar Rojo, es decir, sean bautizados (1 Cor. 10:1, 2). No obstante, la segunda razón, lo veremos hoy a través de la llegada del pueblo de Israel al Monte de Sinaí, y los 10 mandamientos.
Es importante destacar que tres meses después del éxodo, el pueblo de Israel llegó al desierto, y acamparon allí. Moisés, subió al monte y recibió los 10 mandamientos, lo que revela la gran importancia de haber pasado por ese lugar. Y es que en la caminata rumbo a Canaán, era necesario pasar por el Monte de Sinaí, y recibir la ley de Dios. Del mismo modo, si tú deseas ir a la Canaán (celestial) es necesario no solo ser bautizado (cruzar el Mar Rojo), sino que debemos aprender a vivir y a conducirnos según la ley de Dios.
LA LEY DE DIOS
¿Por qué era importante que el pueblo de Israel aprenda a vivir según la ley de Dios antes de poseer la tierra prometida? Porque nadie que no aprenda a vivir en el desierto como se vivirá en la tierra prometida, entrará a dicho lugar. Y es que Israel era un pueblo de esclavos y necesitaban cambiar de “chip”, de pensamiento. Necesitaban entender que hay límites, hay cosas que deben hacer y otras que deben dejar de hacer. Ese fue la segundo razón del porqué Israel tenía que pasar por el monte de Sinaí.
Así también, Dios espera que su pueblo, ese pueblo que anhela vivir con Él por siempre, viva según la ley de Dios. Esa ley que no es dañina sino que es una guía hacia Cristo.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LA LEY DE DIOS EN NUESTRA CAMINATA RUMBO A CANAÁN CELESTIAL?
La siguiente cita de Elena G. de White, es realmente categórica:
“El pecador no podría ser feliz en la presencia de Dios; le desagradaría la compañía de los seres santos. Y si se le pudiese admitir en el cielo, no hallaría placer allí. El espíritu de amor abnegado que reina allí, donde todo corazón corresponde al Corazón del amor infinito, no haría vibrar en su alma cuerda alguna de simpatía. Sus pensamientos, sus intereses y móviles serían distintos de los que mueven a los moradores celestiales. Sería una nota discordante en la melodía del cielo. Este sería para él un lugar de tortura. Ansiaría esconderse de la presencia de Aquel que es su luz y el centro de su gozo. No es un decreto arbitrario de parte de Dios el que excluye del cielo a los impíos. Ellos mismos se han cerrado las puertas por su propia ineptitud para el compañerismo que allí reina. La gloria de Dios sería para ellos un fuego consumidor. Desearían ser destruídos a fin de ocultarse del rostro de Aquel que murió para salvarlos” (El camino a Cristo, p. 11).
Hoy es nuevo día para agradecer a Dios por habernos dado los 10 mandamiento, la ley de Dios que tenía, y tiene, por lo menos tres propósitos: (1) La ley les mostraba su error, su condición pecaminosa [Rom. 7:7], (2) La ley los protegía, les ponía límites para una mejor convivencia [Ex. 20], y finalmente (3) La ley de Dios los guiaba a Cristo, ese era el propósito [ Rom. 10:4]. ¿Amén? Vivamos hoy y cada día, como si ya estuviéramos en Canaán celestial.
¡Feliz dia!
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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