“Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco” (Éxodo 14:15, 16).
Habían por lo menos dos rutas para ir a Canaán, la tierra prometida, esa “tierra donde fluía leche y miel”. Según los comentaristas bíblicos una de esas rutas era el camino de los filisteos, que era un camino recto de Egipto (Ramesés) a Canaán, que a paso firme demoraba aproximadamente dos meses. Otra ruta era la de las caravanas de comerciantes, y algunos han sugerido que el pueblo de Israel, yendo por el camino de las caravanas de los comerciantes, habrían llegado en un máximo tres meses. Sin embargo, cuando leemos la Biblia notaremos que el pueblo de Israel llegó a la frontera de Canaán en casi dos años.
La pregunta que surge de manera natural es, ¿por qué Dios no los llevó por ninguno de esos caminos sino que escogió llevarlos por la ruta más lejana, y la que representaba un desafío mayor? Sí, la Biblia dice que Dios los llevó por la ruta que implicaba cruzar el Mar Rojo. Esta ruta los llevaría por lugares como: Sucot, Pi - hahirot, Mara, Elim, Desierto de Sin, Refidim, Monte de Sinaí (donde recibieron las tablas de la Ley), Desierto de Sinaí, Ezión - geber y Cades Barnea (Moisés envió espías a la tierra prometida; Israel se rebeló y no pudo entrar en la tierra; Cades sirvió de campamento principal para Israel durante muchos años (Núm. 13:1–3, 17–33; 14; 32:8; Deut. 2:14). Esa ruta era la más difícil por el tiempo que representaba transitarla.
¿Había alguna razón de peso por el que Dios los llevó por ese camino antes que por uno más corto? Definitivamente, había por lo menos tres motivos. Hoy veremos el primer motivo:
SI QUERÍAN IR A LA TIERRA PROMETIDA, ERA NECESARIO CRUZAR EL MAR ROJO
Dios había sacado con mano fuerte a su pueblo de la esclavitud egipcia. Él mostró, a través de las diez plagas, qué es poderoso sobre todos los dioses egipcios, y que no hay nada imposible para Él. El pueblo de Israel debía ser libre para adorar a Dios, y a menos que no abandonara Egipto, siempre serían esclavos. El pueblo de Israel jamás habría alcanzado la libertad dentro de las fronteras egipcias. Es por ello que Dios los tuvo que sacar.
Nadie puede ser feliz siendo esclavo. Nadie puede servir a Dios ni adorarle si es esclavo en Egipto. Egipto representa el mundo sin Cristo, la vida esclavizada por las cadenas del pecado, y solo saliendo de Egipto podremos ser libres. No obstante, la Biblia dice: “Y fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía; y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva?” (Éxodo 14:5). Así como el faraón de la Biblia, el faraón de este siglo, Satanás, jamás estará tranquilo cuando ve que las personas abandonan Egipto. El enemigo de Dios no quiere darnos libertar, él está como león rugiente buscando a quién devorar.
Es por ello que Dios escogió llevarlo por el camino que implicaba cruzar el Mar Rojo, porque ese milagro y hecho portentoso, significaba la libertad verdadera del pueblo de Dios. El cruce del Mar Rojo simboliza el bautismo (1 Corintios 11:1, 2), y solo era posible ir a Canaán, la tierra prometida, cruzando el Mar Rojo.
Hoy es un nuevo día, recuerda que SOLO PODREMOS ENTRAR A CANAÁN, ya no terrenal sino celestial, si CRUZAMOS EL MAR ROJO: si somos bautizados. Esta era la primera razón por el que Dios los llevó por la ruta del milagro. ¿Amén?
Nota: En el capítulo 20, veremos la segunda razón.
¡Feliz día!
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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