Dicen que los amigos son los hermanos que uno elige. Y Salomon diría que “en todo tiempo ama el amigo, y es más que uno hermanos en tiempo de angustia” (Proverbio 17:17). Sin embargo, cuando esos amigos no están conectados con Dios, vienen a ser más que enemigos. En los tiempos de Jeremías muchos solían decir: “Yo le creo porque es mi amigo”, “yo le sigo porque es mi amigo”.
No obstante, Jeremías dice: “Guárdese cada uno de su compañero, y en ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano engaña con falacia, y todo compañero anda calumniando. Y cada uno engaña a su compañero, y ninguno habla verdad; acostumbraron su lengua a hablar mentira, se ocupan de actuar perversamente. Su morada está en medio del engaño; por muy engañadores no quisieron conocerme, dice Jehová” (v.4-6).
Cuando un amigo miente, cuando no habla con verdad y se deleita en el engaño, no merece nuestra amistad y se convierte en nuestro enemigo. Se convierte en alguien que no será de ayuda en mi crecimiento con Dios. A esos “amigos”, dice Jeremías, no debemos tenerle confianza pues sus lenguas son saetas afiladas, que dice paz a su amigo, pero por dentro de sí forja acechanzas [v.8].
Cuidado con los amigos que nos alejan de Dios. ¿Quieres saber si tu amigo es realmente un amigo? Entonces es fácil, ese amigo te lleva a Jesús, a Dios, sino, no lo es. Jeremías mismo dirá más adelante: “maldito el hombre que confía en el hombre” (Jeremías 17:5).
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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