miércoles, 15 de septiembre de 2021

EL SEXO ES REGALO DE DIOS EN EL MARCO DEL MATRIMONIO - 1 CORINTIOS 7

La iglesia de Corinto era una iglesia particular. La mayoría de ellos había conocido la fe en su vida adulta o joven, en nuestro argot actual, no eran “adventistas de cuna”. Mientras Pablo estuvo con ellos eran una iglesia firme y de avanzada, pero cuando Pablo continuó su ministerio en otro lugar, cedieron a las tentaciones y muchos de ellos volvieron a su vida antigua. También sucede lo mismo hoy. Muchos se bautizan, entregan su vida a Jesús y después de algún tiempo, se alejan y vuelven a su vida antigua. Algunos se van de la iglesia, y otros no se van, pero viven en pecado. Es triste, pero es real. 


Es interesante notar que el capítulo 7 trata de un tema en particular, el adulterio y la fornicación como problemas latentes en el seno de la iglesia, y presenta al matrimonio como la solución para que no se pierdan en la telaraña de pecados sexuales. El asunto era serio. Ya en el capítulo 5 Pablo habló acerca de un pecado de incesto entre los líderes de la iglesia de Corinto, ahora hace marcado énfasis en un tema relacionado, porque es necesario recordar que Corinto era una ciudad griega muy famosa por su inmoralidad.


A la ciudad de Corinto se la conocí­a universalmente por su inmoralidad. La expresión “joven corintia” era sinónimo de “prostituta”, y “corintianizar” significaba vivir una vida inmoral. En comedias griegas posteriores, “corintio” se usaba ocasionalmente para designar a un borracho. De acuerdo con Estrabón, habí­a 1.000 jóvenes esclavas como prostitutas del templo en el santuario de Afrodita ubicado en el Acrocorinthus. Una inscripción muestra que tení­a sus propios asientos en el teatro. Estas condiciones arrojan luz sobre las referencias de Pablo a la inmoralidad del mundo pagano en sus 2 cartas a los corintios (1Co 5:1; 6:9-20; 10:8; 2Co 7:1). ¿Cómo ser puro sexualmente, en medio de una ciudad inmoral que invita a la promiscuidad a través de sus cultos paganos y estilo de vida corrupto?


Muchos hermanos, no se casaban, vivían en adulterio y fornicación, y en ese contexto Pablo les escribe: “pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido” (v. 2, 3). Si son casados, ¡respeten su matrimonio! ¡Sean fieles! Y si son solteros pero viven en fornicación, ¡mejor cánsense! Aunque Pablo lo diría así: “Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando” (v.8, 9). Más claro, imposible, ¡cásense para que no se quemen!


Pablo, por su ministerio y su vida tan agitaba de acá para allá, consideró que lo mejor era estar soltero. Y él mismo refiere y aconseja a los solteros que deberían seguir su ejemplo si es que TIENEN EL DON. Sin embargo, Pablo mismo les dice que si no lo tienen, mejor es casarse. Esto tanto para los hombres como para las mujeres. Debe entenderse que Pablo habla desde su propia experiencia, y presenta el “celibato” como una opción para una vida de servio a Dios completamente. No obstante, deja en claro que es a su juicio y opinión: “Pero a mi juicio, más dichosa será si se quedare así; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios” (v.40). Acá hablando no solo de solteros sino de viudas o viudos.


Es un error satanizar la sexo. ¡El sexo dentro del matrimonio es una bendición! ¡Un regalo! Sin embargo, es el enemigo, Satanás, que ha corrompido ambos regalos (Martiniano y sexo). Pablo aconseja que tanto esposas y esposos deben ser fieles, solteros deben casarse y los esposos que tienen a un cónyuge que no es de la fe, deben seguir trabajando por ellos, pues Cristo no vino a destruir matrimonios, sino a unir familias y hacerlas felices. 


Dios creó el matrimonio. El matrimonio y el sexo dentro del matrimonio es una bendición. Ambos fueron dados antes del pescado. El sexo es un regalo de Dios en el marco del matrimonio, fuera de ella es una maldición. Seamos felices en Cristo.


Feliz día.


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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