El ministerio de Pablo es realmente admirable. Y en su vida, podemos ver que el cumplimiento fiel del Ministerio y de la misión jamás fue fácil. En toda la Biblia encontramos que los llamados a cumplir la misión pasaron por pruebas complicadas. Así que no nos sorprendamos si por predicar, dar estudios bíblicos o emprender una campaña de evangelismo, sientes que las pruebas se incrementan. ¿Qué pruebas has pasado por predicar o compartir tu fe?
Pues, bien, ya vimos que Pablo tenía en claro cuál era su misión: PREDICAR DE CRISTO A LOS GENTILES. ¿Sería fácil? Quizás en un inicio él se imaginaba que así sería, pero luego recordaba que él mismo había perseguido a los cristianos. Ahora, de perseguidor, pasó a ser perseguido. ¿Qué tuvo que pasar? No te lo cuento, mejor lo leemos tal como lo cuenta él mismo:
“De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” (2 Corintios 11:24-28).
Pablo fue azotado, apedreado, sufrió naufragio, caminó mucho, pasó peligros de ríos, ladrones, en el desierto, fatigas, desvelos, hambre, sed, frío, desnudez, preocupaciones, etc. ¡Realmente Pablo sufrió tanto! ¿Qué te parece? Este parece el discurso de un loco, pero Pablo siempre tuvo un camino difícil. Su vida no tenía una misión, la misión lo tenía a él. Pablo fue permanentemente reavivado para esa misión (Bruno Raso, Reavivados por una misión, p. 160).
¿Estamos viviendo en tiempos difíciles para cumplir la misión? La mensajera del Señor refiere: “Lo que la iglesia necesita en estos días de peligro, es un ejército de obreros que, como Pablo, se hayan educado para ser útiles, tengan una experiencia profunda en las cosas de Dios y estén llenos de fervor y celo. Se necesitan hombres santificados y abnegados, hombres que no esquiven las pruebas y la responsabilidad; hombres valientes y veraces; hombres en cuyos corazones Cristo constituya la “esperanza de gloria”, y quienes, con los labios tocados por el fuego santo, prediquen la Palabra” (Los hechos de los apóstoles, p. 448). Yo quiero ser como Pablo, predicar hasta el último día de mi vida, ¿y tú?
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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