Aunque los discípulos habían hecho muchos milagros, un día tuvieron problemas para liberar a un joven poseído por un demonio. Imagino al padre del muchacho llegando a donde estaban los discípulos llevando a su hijo y preguntando por Jesús. Como Jesús no estaba, los discípulos se ofrecen a ayudarle. Sin embargo, la Biblia destaca que los discípulos no pudieron hacer absoluta nada. Los discípulos no pudieron ayudar al padre desesperado por la situación de sus hijo. En todo ese escándalo, llega Jesús, escucha el pedido del padre y sana al muchacho (Mateo 17:14-21), no sin antes haberles dicho: “!!Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá” (Mateo 17:17). Hasta aquí, puedo destacar sos asuntos:
Primero, la deserción del padre de familia porque los supuestos “discípulos” de Jesús no pueden hacer nada por ayudarle.
Segundo, la incomodidad de Jesús. ¿Tanto tiempo con él y no pueden vencer al enemigo, al demonio? Los discípulos no aprendían lecciones que Jesús les daba cada día porque estaba concentrados en otras cosas, en un reino humano y no divino.
Luego, después de sanar al muchacho liberándolo del demonio, los discípulos le preguntan, ¿por qué nosotros no pudimos echarle fuera? Y Jesús les habla de la “Fe como un granito de mostaza” (v.20), y finaliza diciendo: “este género no sale sino con ayuno y oración” (v.21). ¡Extraordinario!
El ayuno no es un tema popular sobre el cual predicar en este tiempo, y a menudo es pasado por alto y considerado por algunos, como algo extremista y un tanto fanático. No lo es. El ayuno es parte muy importante de la oración eficaz. Dedemos recordar que el ayuno no es una solución mágica. No podemos ganar el favor de Dios con una especie de “sacrificio” o “huelga de hambre”. El ayuno es un medio para limpiar nuestro corazón de distracciones y ayudarnos a tener disposición más receptiva a lo que Dios quiere qye hagamos por nosotros y por los demás.
Además de ayunar cuando surja un problema o asunto específico, creo que también existe un ayuno anticipado que deberíamos considerar a fin de prepararnos y preparar terreno en el cumplimiento de la misión. Esto es lo que Cristo hizo en el desierto por cuarenta días antes de comenzar su ministerio, y es lo que deberíamos hacer antes de tomar decisiones y tratar de ganar a otros para Cristo, antes de avanzar en nuestra labor misionera. Si Jesús lo hizo así, ¿por qué hacerlo diferente? Empecemos a ayunar al menos los sábados de mayordomía, es decir el tercer sábado de cada mes.
Recuerda si quieres vencer al enemigo, necesitas orar, pero también ayunar. Esto es lo que Jesús nos enseñó: “Cuando Cristo se veía más fieramente asediado por la tentación, no comía. Se entregaba a Dios y gracias a su ferviente oración y perfecta sumisión a la voluntad de su Padre salía vencedor. Sobre todos los demás cristianos profesos, debieran los que profesan la verdad para estos últimos días imitar a su gran Ejemplo en lo que a la oración se refiere” (Joyas de los Testimonios, 1:219).
Feliz día
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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