sábado, 5 de junio de 2021

¿QUIÉN PODRÁ SER SALVO? ¿TAN DIFÍCIL ES? - MARCOS 10:17-31

El joven rico tenía toda la apariencia para entrar al reino de los cielos. Cuando Jesús le dijo que tenía que guardar los mandamientos, el joven le respondió que los había guardado de su juventud (en realidad la palabra original indica “desde pequeño”). El joven rico creía sinceramente que había guardado todos los mandamientos y ni se daba cuenta de ninguna imperfección (El deseado de todas las gentes, 478).  Sin embargo, él mismo sentía que le faltaba algo más, y esa era la razón del porqué buscaba a Jesús. 


Ser rico no es malo, y Jesús no se la pasaba diciéndole a los ricos que dejen de ser ricos para dárselo a los pobres. Sin embargo, Dios que conoce los corazones, los pensamientos e intensiones sabe que el “remedio” para la “enfermedad” del joven rico, deshacerse de los bienes materiales. Si el joven rico quería ser perfecto, debía quitar de su mente las obras como méritos para salvación. El joven debía experimentar un completo cambio de corazón y vida. Su mente debía ser transformada; su manera de alcanzar la perfección debía ser otra.


El joven rico se fue apenado, triste porque comprendió el sacrificio que demandaba “vender todas sus posesiones y dárselo a los pobres”. Sus posesiones eran lo más importante en su vida. Constituían un ídolo y a ellas les rendía la adoración y la devoción de su corazón. “Jesús le propuso que vendiera todo lo que tenía a fin de librarlo de las garras del dios de las riquezas. Esta era su única esperanza de alcanzar el cielo” (El deseado de todas las gentes, 479). 


Cuando el joven rico se fue, los discípulos entendieron que no era fácil seguir a Jesús. Y dijeron: “¿Quién pues podrá ser salvo?”(Marcos 10:26). Y Jesús les dice que es imposible para el ser humano. El amor a las posesiones y a las cosas materiales es fuerte, seduce, encandila, corrompe... por eso es difícil para el ser humano, hasta imposible. Sin embargo, es posible con Dios, es posible para Dios. Solo el poder de Dios puede librar y salvar al rico de su supremo amor a las riquezas o a cualquier otra  persona del pecado específico que lo tiene atrapado (CBA, 5:448). 


La historia finaliza diciendo: “Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros” (Marcos 10:31). Muchos, al igual que el joven rico tienen toda la apariencia de ser los primeros en entrar al reino de los cielos; sin embargo serán los últimos. El amor a las riquezas es un obstáculo fuerte para seguir a Jesús y ser salvos, pero hay varios otros obstáculos, el amor a los vicios, el carácter no sometido a Jesús, entre otros. Y es que Jesús no condena las riquezas sino el amor a las riquezas. Jesús condenó la hipocresía, la mentira y la vida de apariencias. Y eso era lo que Jesús quería decir cuando dijo: “MUCHOS PRIMEROS SERÁN POSTREROS”. ¿Por qué? Porque los que parece que serán salvos, en realidad no lo serán. Lo que puede ser 20 puntos para ti, para Dios puede ser 05.


Alguna vez escuché decir que en el cielo habrán tres sorpresas:

La primera, LOS QUE CREÍAS QUE ESTARÍAN EN EL CIELO, no estarán.


La segunda, LOS QJE CREÍAS QUE NO ESTARÍAN, estarán.


Y la tercera, ESTARÁS TÚ.


La verdad, yo no estoy tan seguro de que el tercer grupo sea una tercera opción. Creo que solo se resume en las dos primeras. Solo tú sabes cómo te sientes, qué haces y qué no haces. Sabes cómo vives. Las riquezas son solo una muestra. Tú amor por tu novio o por tus hijos, o por tu trabajo, incluso de tu ministerio puede ser más que el amor que tienes a Dios. Todo sentimiento de amor que supera a Dios es un obstáculo para ser salvo. Todo lo que tenga más valor que tu de y tu amor a Dios, es en definitiva, un obstáculo para ser salvo.


Feliz día.


Pr. Heyssen J. Cordero Maraví


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