Marcos nos presenta a una mujer que “una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza” (Marcos 14:3). Fue una acto extraordinario que de ella Jesus dijo: “De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella” (Marcos 14:9). Hoy, no quisiéramos pasar por alto esta profecía. La vida de esta mujer es realmente impresionante. Pero, ¿quién es ella?
María Magdalena era hermana de Lázaro y Martha, amigos de Jesús en Betania. Sin embargo, por haber vivido un tiempo en Magdala, y haberse dedicado a la prostitución, María de Betania llegó a ser conocida como María Magdalena.
Ella tuvo su primer encuentro con Jesús en una plaza pública, cuando Jesús la salvó de morir apedreada por adulterio [Jn. 8] Luego la vemos abatida por la muerte de su hermano Lázaro (Jn.11), ungiendo los pies de Cristo en la casa de Simón el leproso (Lc. 7:36-50), y se dice de ella: “María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios” (Lc. 8:2). La vida de María Magdalena tenía un oscuro pasado, como la de muchos que hoy somos parte de la iglesia. Hombres y mujeres que caminamos por lugares inimaginables, lejos de Dios. Y, sin embargo, fuimos alcanzados por el poder del evangelio, somos nuevas criaturas en Cristo. De ella (María Magdalena) podemos aprender muchas lecciones, entre ellas:
Jesús nos llama a pesar de nuestro pasado. Jesús no ve tu pasado perdonado. Jesús ve tu futuro glorioso. Y es que Dios tiene planes maravillosos para ti. ¿Qué hiciste en el pasado? No importa. Si te arrepentiste Jesús te hará un gran evangelista.
Jesús quiere que aprendas a sus pies. La vida de un discípulo es aprender a los pies de Jesús. Hay prioridades en la vida, pero la primera debe ser aprender cada día a sus pies. Así como María Magdalena, debemos buscar sentarnos a los pies de Jesús cada día. Predicar es bueno, trabajar por Dios es lo más lindo, pero primero, aprende de Cristo cada día.
Jesús nos pide entrega total. ¿Qué estás dispuesto a hacer por Cristo? ¿Estás dispuesto a entregar lo equivalente a un año de trabajo como María Magdalena y el perfume de nardo puro? Esto es simbólico, pero la enseñanza es clara: Debemos entregar lo más valioso que tenemos a Cristo. ¿Qué será lo más valioso? Tu tiempo, tu vida, tus dones y tus recursos.
Jesús nos llama a anunciarlo a los cuatro vientos. Finalmente, una vida perdonada, de aprendizaje a los pies de Cristo cada día y de entrega total a su causa tiene como efecto natural una vida de evangelista. Debido a que ella es la encargada, en los cuatro Evangelios, de compartir esta primera revelación de las buenas nuevas de la resurrección, María Magdalena es a menudo llamada la primera evangelista.
Que Dios te bendiga.
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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