Las ciudades capitales de los pueblos no estaban situados en cualquier lugar, generalmente estaban ubicadas en lugares altos, o cercados por imponentes montañas. Así estaba ubicada Jerusalén.
Durante el peregrinaje a las fiestas principales hacia Jerusalén, el peregrino que venía de lejos quedaba impresionado con la estatura y la posición del monte de Sion, la colina prominente sobre la cual se establecía Jerusalén. Los israelitas se sentían seguros de vivir en Jerusalén, pues estaba bien posicionada. Entonces, con eso en mente, el salmista considera que así, fuerte y segura es la gente que cree y confía en Dios.
Al que cree y confía en el Señor se le promete la misma seguridad, y permanece para siempre. Nuestro lugar en Su amor, en Su vida nueva y en Su misericordioso propósito dura para siempre y no puede ser conmovido. Pero el que no confía en el Señor será como el hombre incesante que construyó su casa sobre la arena (Mateo 7:26).
Los comentaristas bíblicos dicen que este cántico de entonaba mientras los peregrinos llegaban a la ciudad y rodeaban los muros imponentes de la ciudad. Y veían tan fuertes e inquebrantables que comparaban a los justos y rectos con esas colinas y construcciones apoteósicas.
Una vida que confía en Jehová, es una vida segura, que avanzar a pesar de las vicisitudes, que continúa su camino seguro, porque Dios va con ellos. Esa fe nutrida y sin vacilaciones, que no se amilana porque Dios es su fuerza y victoria.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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