Este es un Salmo precioso, una joya de la literatura hebrea. He escuchado muchas versiones modernas de este cántico, y no puedo dejar de maravillarme por tan lindas letras.
El Salmista hace referencia a los montes de Israel que se podían ver imponentes mientras hacía su peregrinaje a Jerusalén. Y en medio del camino solitario y peligroso, quizás, tiene la seguridad de que Dios es su socorro pronto:
“Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra” (v.1-2).
Los caminos a Jerusalén no eran caminos llanos ni fáciles, muy por el contrario eran escarpados y difíciles de transitar. Por ello el cantor dice que no te resbalarás cuando camines por sendas escarpadas y peligrosas:
“No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel” (v.3-4).
El camino a Jerusalén se hacía de día y de noche. En el día tenían que soportar un calor intenso sobre los 40 grados centígrados, en medio del terreno árido y polvoriento, por lo que no era fácil encontrar sombra. Sin embargo el salmista declara que Jehová es sombra refrescante. Y sin en la noche el clima se torna fría y tenebrosa, con todo, Dios estará siempre para que el camino sea seguro:
“Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche” (v.5-6).
Finalmente, los caminos eran peligrosos por los ladrones y fieras, animales peligrosos y hasta insectos como escorpiones que hacían angustiar la vida de los peregrinos. Sin embargo, el salmista sabe que Dios guardará la vida de sus hijos, al salir y al llegar a su destino. Y si hay que acampar, antes de entrar y salir de la carpa de viaje (muchas veces ramadas construidas en el momento que servían para pasar la noche), Dios siempre estará cuidando y protegiendo la vida de sus hijos:
“Jehová te guardará de todo mal;
Él guardará tu alma.
Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre” (v.7-8).
Hoy ya no vamos anualmente a Jerusalén a celebrar las fiestas ceremoniales. Sin embargo, estamos en un viaje, un peregrinaje rumbo a la tierra prometida: A JERUSALÉN CELESTIAL, y este cántico es propicio, no es fácil, pero la caminata se hace más segura y feliz con Dios como el protector y auxiliador.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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