“Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado” (Números 20:12).
Habían pasado 40 años de peregrinación. Y Moisés estaba pasando por momentos difíciles emocionalmente. María, su hermana mayor, la que le cuidó cuando él era un bebé había fallecido. Su corazón estaba dolido y sensible, y por si esto fuera poco, el pueblo de Israel, una vez más MURMURÓ contra él, sus constantes reclamos, protestas y rebeliones eran repetitivas (Éxo. 17:1-7).
Moisés era el más manso de toda la tierra (Núm.12:3) y había mostrado una paciencia extraordinaria. Sin embargo, el momento no era el indicado para una situación así. Y es que a veces el pueblo no entiende que los líderes también son humanos de carne y hueso, también sienten pena, lloran y tienen momentos de crisis, también tienen necesidades.
Moisés y Aarón se presentaron ante Dios y Él les dijo qué debían hacer. Sin embargo, Moisés y Aarón hicieron de manera diferente, golpearon dos veces la roca, y eso demostró (1) rabia y (2) orgullo. Habría que ponerse en los zapatos de Moisés para entender porqué actuaron así. No obstante, Dios juzga y les dice que Canaán no sería morada para ellos (Moisés y Aarón). En otras palabras, habían trabajado 40 años para no poder ver el fruto de su trabajo, para no disfrutarlo.
Debemos recordar que Moisés huyó de Egipto cuando tenía 40 años por haber asesinado a un egipcio. Por su rabia y orgullo, su espíritu nacionalista y su autosuficiencia lo llevaron a actuar como él quería, basándose en su experiencia, sus talentos y sus capacidades... Pero nada de eso le valió. Moisés debía aprender en la escuela del desierto por 40 años, dos lecciones: la mansedumbre y la humildad. Y así fue.
Ahora, 40 años después, a los 120 años de vida. Moisés sigue siendo tan humano. Por su rabia y orgullo, en solo un instante, en un "pestañar", Moisés vio con tristeza la consecuencia de su actitud. No glorificó a Dios y actuó de manera impropia, y esto trajo como consecuencia perderse el poseer la tierra prometida.
No arruinemos nuestro ministerio, nuestra familia, juventud, salud, trabajo y más ,en un "pestañear". No es cuestión de años ni de experiencia... mira que Moisés tenía 120 años y 40 años como pastor y líder. Pablo diría: “Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer” (1 Corintios 10:12).
Que Dios te bendiga.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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