“Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios” (Levítico 19:2).
El pueblo de Israel sabía salido de Egipto para poseer la tierra prometida, Canaán. No obstante, esa tierra estaba llena de cananeos, gente que vivía lejos de los principios de Dios. Los pueblos cananeos tenían costumbres y vivían contrariamente a la voluntad de Dios. Es por ello el llamado claro que Dios le hace a su pueblo: que vivan en santidad. Dios es santo, y espera un pueblo santo.
La palabra “santo” tiene su origen en la palabra hebrea “qadosh” que literalmente significa: SEPARADO. Pablo le diría a los corintios que “Es verdad que vivimos en este mundo, pero no actuamos como todo el mundo” (2 Corintios 10:3 - BHH). Ser santos significa ser más como Dios, estar separados para Él y su verdad y, naturalmente, separarnos de aquellas cosas que no son como Él y no son conforme a su verdad. Esta declaración, aunque parezca trillada, repetitiva e idealista, debe ser una realidad en la vida de todo aquél que vive caminando rumbo a Canaán. Dios nos llamó a ser la sal de la tierra y la luz del mundo (Mateo 5:13-16), sí. Tenemos una misión que cumplir, pero no debemos contaminarnos con las acciones que hacen los cananeos, y muy por el contrario debemos actuar justamente:
1. Respetando a nuestros padres (v.3).
2. Desechando toda idolatría (v.4).
3. Adorando según la Palabra de Dios (v.5-8).
4. Ayudando a los pobres (v.9-10).
5. Practicando la justicia (v.11-13).
6. Siendo compasivo (v.14).
7. Testificando siempre con la verdad (v.15-16).
8. Amando al prójimo (v.17-18).
9. Cuidando la pureza sexual (v.19-22).
10. Siendo mayordomos fieles (v.23-25).
11. Apartándote de costumbres paganas (v.26-31).
12. Tratando bien a los ancianos y a los extranjeros (v.32-37).
No es fácil vivir de manera Santa, separados o consagrados a Dios, en medio de un mundo que nos invita a vivir alejados de los principios divinos. Cada paso que damos, nos vemos rodeados por situaciones que nos tientan a alejarnos del camino recto. Sin embargo, Dios no nos ha dado espíritu de cobardía (2 Timoteo 1:7), y aunque sentimos que no podemos ser fieles, separados ni consagrados solo a Dios, debemos recordar las palabras de Pablo: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). ¿Amén?
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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