"Como lo mandó Jehová por medio de Moisés fueron contados, cada uno según su oficio y según su cargo; los cuales contó él, como le fue mandado" (Números 4:49).
No todos podían trabajar directamente en el Santuario de Dios. Ese privilegio solo lo tenían los levitas mayores de 30 y menores de 50 años. Cada levita tenía funciones y limitaciones (sería bueno considerar cuán importante es saber qué puedo hacer y qué no). Y es que para trabajar en el ministerio se necesita: Llamado, obediencia, madurez y vigor, al menos eso dice la Biblia.
Los coatitas, gersonitas y meraritas, tenían cada uno de ellos, responsabilidades y privilegios definidos. Cada uno hacía la parte que le correspondía. Algunos trabajaban en el el santuario, otros con las cortinas y otros, con las estructuras. Nadie se sentía mal. Nadie era menos ni más. Ese es el espíritu que cada colaborador en la causa de Dios debe tener. Total, los cargos y responsabilidades son por pura misericordia. Son por pura gracia. Es Dios quien te dio, por su gracia, el ministerio que desarrollas. Jamás pienses que es o fue por tu capacidad, porque eras mejor que los demás, o porque eras el más capacitado. No. Jamás pienses eso.
¿Te imaginas a los que tenían que cargar las estructuras del santuarios? ¿Qué dirían los que solo ministraban con los sacrificios? ¿Qué pensarían los que tenían que encargarse solo de las cortinas? Es muy probable que algunos podrían haber dicho: “esos levitas solo cargan cortinas o trabajan en el santuario y por eso reciben pago. Y yo acá, yendo al campo, pastando mis ovejas, sudando y sufriendo por el sol”. Sin embargo, aunque podría haberlo pensado, todos ellos entendían que era por voluntad de Dios. Solo los levitas podían dedicarse exclusivamente al santuario. No podían trabajar ni hacer otro tipo de trabajo que no tenga que ver con el ministerio. Esto es clave, y tiene lecciones grandes para nuestros tiempos. Los que trabajan en el ministerio exclusivamente, deben recordar que fuimos llamados para trabajar solo en asuntos Santos, nada más y nada menos.
Cada uno de nosotros fue llamado por Dios para un trabajo especial, es un privilegio enorme que demanda responsabilidades aún mayores. ¡Cumple tu ministerio! (2 Tim.4:5).
¡Grandes bendiciones!
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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