DIOS QUIERE MORAR CONTIGO POR LA ETERNIDAD - ZACARÍAS 2

El anhelo de Dios es vivir con sus creación por siempre. Y es que Dios nos creó con ese objetivo, que podamos reemplazar a Los Ángeles caídos en las mansiones celestiales. Desde el Génesis al Apocalipsis podemos notar ese deseo divino. Es Dios quien busca, es Él quien llama y desea morar con sus hijos por siempre (Ex. 25:8 cf. Jn. 14:1-3).

El capítulo 2 de Zacarias nos enseña al menos cuatro lecciones de suma importancia:

1. Dios tiene un pueblo, pero la salvación está abierta para todo el mundo. Los cinco primeros versículos muestran a un “varón que tenía un cordel en sus manos para medir la anchura de los muros de Jerusalén (v.1 -3). ¿Cual era el objetivo? Saber si habría espacio suficiente para los que Dios llamaría de otros lugares, de otros pueblos, es decir, que “muchas personas no judías” vendrían al pueblo de Dios. La puerta de la gracia está abierta aún, la puesta de la salvación está abierta para todos los que aceitan a Jesús y viven según la luz que se les ha presentado con sinceridad. ¿Los católicos pueden salvarse? ¡Claro! ¿Y los evangélicos? ¿Los pentecostales? ¡Todos! Siempre en cuando vivan conforme a la luz que se les ha revelado. Los brazos de Jesús están abiertos aún. 
2. Dios tiene un pueblo, pero algunos no quieren salir de Babilonia. Muchos judíos fueron llevados a exilio a Babilonia, y cuando se cumplieron los 70 años de cautiverio, y pudieron regresar a Jerusalen, solo 50 mil aproximadamente aceptaron la invitación de volver. No obstante, muchos judíos preferían la comodidad de Babilonia y no quisieron volver. A esos, Dios les dice a través de su profeta: “Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate” (v.7). Esta invitación es similar a la Apocalipsis “Y oí otra voz del cielo que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y para que no recibáis de sus plagas” (Apo. 18:4). Dios no quiere que su pueblo siga viviendo en Babilonia que representa la confusión doctrinal y la corrupción religiosa. Por eso les dice ¡ESCÁPATE! Si eres un adventista o cristiano, debes abandonar Babilonia. 
3. Dios tiene un pueblo, y ese pueblo es la niña de Su ojos. El texto es contundente: “porque el que os toca, toca a la niña de su ojo” (v.8). ¡Maravillosas palabras! ¡Qué bendición es saber que el pueblo de Dios es tan delicada y valiosa como la niña de los ojos de Dios. “Él los estima mucho, así como los hombres valores su vista, y es tan cuidadoso para protegerles de lesiones, así como los hombres protegen la niña de sus ojos. La pupila del ojo es la parte más tierna del órgano más tierno, y muy bien coloca la inexplicable ternura del amor de Dios” (Spurgeon). ¡Impresionante! Puedes tener la plena seguridad del amor de Dios por ti. Tú vales, y vales mucho, más de lo que te imaginas. ¿Amén?
4. Dios tiene un pueblo, y Dios quiere morar por siempre con ellos. Él espera que ellos canten y se alegren. “Porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti” (v.10). La razón del porque el pueblo de Dios debe estar animado y feliz, es porque Él estará entre ellos de una manera única y poderosa. Dios desea morar por siempre con sus hijos. Juan diría: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:1-3). Nuestro hogar no es este mundo. Este mundo es solo una parada, estamos de pasada. Somos peregrinos rumbo a la tierra prometida, a Canaán celestial, donde moraremos con Dios por la eternidad.

Estamos viviendo una situación jamás antes vista, y qué hermoso es saber que Dios nos dice qué hay oportunidad de salvación para todos aún, que debemos abandonar Babilonia y huir de ella, que es necesario entender que somos la niña de los ojos de Dios por tanto nos cuida así, y finalmente qué Dios espera morar contigo por la eternidad.

¡Feliz día!

Pr. Heyssen Cordero Maraví 

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