El Nuevo Testamento inicia con el evangelio de Mateo, un cobrador de impuestos quien llegó a ser discípulo de Jesús. Este evangelio tiene un propósito bien definido: Demostrar a sus compatriotas judíos que Jesús Cristo es el Mesías que las Escrituras anunciaban. En ese contexto el texto empieza diciendo:
“Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (v.1). Mateo se ha propuesto, por inspiración divina, demostrar a través de la genealogía que Jesús, es el Mesías que se le prometió a Abraham, Isaac, Jabob, personajes iconos para cualquier judío. Pero si ellos no fueran suficientes, también destaca a David, entre otros más, hasta llegar a José, el carpintero. Así, a lo otro del evangelio veremos repetidas veces la siguiente construcción gramatical: “para que se cumpliese lo dicho por el profeta...” (por ejemplo: versículo 22).
De de este modo, después de presentar la genealogía por donde vendría el Mesías prometido, finalmente Mateo detalla cómo es que llegó a este mundo a través del Espíritu Santo en María. ¡Impresionante!
Hay muchas lecciones que podemos destacar este este capítulo, sin embargo, el versículo 21 es uno de los textos más sublimes de la Biblia. Ahí se engloba y resume todo el evangelio de Cristo: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (v.21). Esto sería más que suficiente para entender y aceptar que Jesús es El Salvador del mundo.
Jesús, es El Salvador del mundo. El mundo estaba destinado a morir porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23). No merecíamos nada, solo la muerte. Pero Dios, envió a su Hijo único (Juan 3:16), para salvarnos. Ahí cuando el ser humano estaba perdido, cuando caminada rumbo a la perdición y muerte, Dios envió a Jesús entre nosotros, por eso es el Enmanuel, Dios con nosotros. Y es que Dios es un Dios es acción, no se pierde en Palabras dulces, simplemente, sino el acciones maravillosas. Se entregó por amor en la cruz del calvario para que podamos tener esperanza.
Hoy es un nuevo día. Demos gracias a Dios por haber cumplido su Palabra. Dios prometió un salvador. Dios prometió darle solución al pecado y a la muerte, lo dejó escrito en su Palabra, y lo cumplió. Ahora, también prometió volver por segunda vez, pero ya no vendrá como un humilde e indefenso Niño al cuidado de sus padres, sino en majestad y gloria a darle a cada uno lo que le corresponde. ¿Amén?
¡Alabado sea Dios!
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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