Jesús había sido crucificado. Los discípulos estaban desconcertados, descripción a dos o chasqueados por lo acontecido con su maestro. Ellos esperaban que Jesús se liberara de manos romanas con su poder (v.21), como el Mesías prometido, pero no lo hizo. Habían pasado tres días y aunque el cuerpo de Jesús ya no estaba en el sepulcro, no lo habían visto resucitado (v.24). Toda su esperanza se estaba desmoronado conforme pasaban las horas, los días…
¿Te has sentido así alguna vez? ¿Depositaste tu confianza y fuiste decepcionado de la peor manera? Los discípulos lo dejaron todo. Los discípulos creyeron que Jesús era el Mesías y pasaron tres años y medio confiando en que Jesús haría maravillas en favor de su pueblo, pero ahora estaban escondidos, temerosos y como estos dos hombres, caminando y recordando qué es lo que las promesas de Su maestro, los demás aguardaban las promesas de Jesús, pero viéndolas tan lejanas e imposibles.
¿Cómo animar a una persona decepcionada? ¿Qué podemos decirle a una persona estresada, deprimida y desanimada? Ahí cuando las palabras y argumentos humanos fracasan, no están a la altura, jamás falla Jesús y la Biblia. Lucas dice que Jesús se les apareció a los dos caminantes en el camino a Emaús. Aquellos hombres viajaban a pie y caminaban pensando si valió la pena todo el tiempo al lado de Jesús. En ese caminar difícil aparece Jesús, y no, no les dará un sermón más, les expondrá LA PALABRA DE DIOS. El texto dice: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (v.27). ¡Amén! ¡Extraordinario!
Solo la Palabra de Dios puede transformar vidas. Ellos aún no sabían que era Jesús. Sus ojos estaban velados (v.16). Pero cuando Jesús empezó a enseñarles la Biblia, cuando les habló desde Génesis a Malaquías sobre lo que pasaría y como es que el Mesías cumpliría su ministerio en la tierra, ellos comenzaron a sentir fuego en su corazón: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (v.32). ¡Alabado sea Dios! Solo la Biblia puede transformar corazones. No hay palabra más fuerte y segura. Podemos hablar bonito, podemos escuchar a oradores tremendos y grandes expositores, pero nada “quema” nuestros corazones como la Palabra de Dios.
Hoy es un nuevo día, leamos la Biblia. Estudiémoslas todos los días. Allí encontraremos paz, esperanza y poder para afrontar los desafíos de la vida. Allí encontramos palabras para animar a los desanimados, a los estresados y deprimidos… leamos, estudiaremos la Biblia cada día. ¿Amén?
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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