viernes, 25 de febrero de 2022

¿MIRAR EL ERROR AJENO Y OLVIDAR EL MÍO? - GÉNESIS 38


"Entonces Judá los reconoció, y dijo: Mas justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció" (Génesis 38: 26).


Somos tan ligeros en señalar los errores ajenos. Con frecuencia, nos fijamos más en la paja del ojo ajeno; y no queremos ver la viga que está delante del nuestro (Mt. 7:3). ¿Por qué somos así? ¿Por qué es más fácil ver los errores de los demás? ¿Nos sentimos menos culpables actuando así? La historia de hoy es compleja y tiene que ver con ello. 


Una mujer llamada Tamar, viuda dos veces, joven y sin una vida futura. En su desesperación decidió vestirse de prostituta para acostarse con su suegro, Judá. El hijo de Jacob, también estaba viudo, sin saber que la "prostituta" con la que fornicaba era su nuera, dejó su báculo, sello y su cordón como garantía de pago. 


Tres meses después, Tamar estaba a punto de morir quemada (Gn. 38:24). La razón: Estaba embarazada, producto de "fornicación". Judá, era el "juez", pero un juez muy "injusto", un fornicario que decide quemar a su nuera por fornicaria. Él mismo había fornicado con ella (aunque sin saber que era su nuera) y ahora quería matar a una mujer "fornicaria". Grande fue su sorpresa cuando la acusada (Tamar),  sacó el báculo, sello y cordón que un fornicador le había entregado como garantía de pago (¿digna de una novela mexinana?). Judá reconoce que él también era un fornicario.


¿Cómo actuamos con personas que han errado? Movidos por la justicia, por el qué dirán, por seguir los reglamentos muchas veces nos olvidamos que también nosotros somos pecadores... solo que nadie sabe (humano), o aún no se descubre nuestro pecado. ¿Eres tú alguien sin error? Jesús diría: "el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra" (Jn. 8:7). ¿Cómo crees que se siente alguien que ha errado? Él se siente a morir, sabe que cometió un error, y no solo eso, sino que la gente, sus amigos... familia quizás le den la espalda. Es allí donde el que cometió el error necesita un abrazo, una palabra de ánimo. Jesús le dijo: "Ni yo te condeno, vete y no peques más" (Jn.8:11).


Hoy es un nuevo día. Piensa antes de juzgar a alguien. Analiza tu vida. Mira que el que apunta con el dedo índice, tiene al meñique, anular y medio apuntándolo a él. ¿Por qué no hacer una llamada y darle fuerzas a quien cometió un error? Si Jesús no te condena, ¿quién eres tú para condenar? Lo único que Jesús hace es decirte que ya no sigas así, avanza, vive un vida diferente: "vete y no peques más".


¡Buen día!


Pr. Heyssen Cordero Maraví



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