"Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron" (Génesis 33:4).
El perdón es un milagro. Una de las cosas más difíciles en la vida del ser humano es pedir perdón, y perdonar. Jacob tuvo que esperar 20 años para pedir perdón, y Esaú para perdonar. No es un asunto fácil. ¿Cuántas iglesias divididas por falta de perdón? ¿Cuántas familias en discordia por falta de perdón? ¿Cuántos matrimonios destruidos por falta de perdón? Jacob imaginaba lo peor. Tenía temor. Es que cuando vas pedir perdón muchas veces temes la reacción de la otra persona, y eso tiene que ver con el orgullo con frecuencia. No obstante, Jacob había depositado su confianza en Dios. Sabía que Dios obraría, pero estaba dispuesto a asumir las consecuencias de su actitud en el pasado.
Cuando el ofensor camina humillado en dirección del ofendido, Dios prepara los corazones. Jacob caminó arrepentido, humillado, buscando gracia y perdón, en dirección de Esaú. Y Dios, sin duda alguna que fue Dios, preparó el corazón de Esaú para perdonarlo. ¡No hay nada imposible para Dios! ¡No hay corazón duro! Jacob se imaginaba lo peor, pero tenía la seguridad que Dios haría un milagro. Y es que pedir perdón, así como perdonar es una obra divina. Jacob lo vio así.
Para pedir perdón, así como para perdonar, es necesario estar a cuentas con Dios. No tendrás el valor de pedir perdón si no estás en paz con Dios. Solo Dios es capaz de obrar en un corazón orgulloso y temeroso por naturaleza.
Cuando uno pide perdón de corazón: reconoce su falta, se humilla y está dispuesto a asumir las consecuencias de su falta. Cuando uno perdona: somete su orgullo, está dispuesto a olvidar lo pasado y a empezar de nuevo. Por ello, no es tan sencillo perdonar, ni pedir perdón, si Dios no obra en nuestros corazones. Dios quiere que sus hijos, a través del Espíritu Santo, estén reconciliados plenamente; pero es necesario dejarse guiar.
Hoy es un nuevo día: ¿Ofendiste a alguien? ¿Te han lastimado? ¿No tienes el valor para pedir perdón? ¿Te cuesta dar el primer paso? ¿No podrías olvidar lo que te hicieron? Recuerda que Jesús nos perdonó a pesar de todo el daño que le hicimos y le hacemos. Jesús dijo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Luc. 23:24). No siempre pide perdón el que ofendió, sino el que quiere estar a cuentas con su hermano, y por ende con Dios. El perdón es un milagro, y es una obra que solo Dios puede obrar en nuestros corazones.
Buen día!
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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