“Y ella respondió: ¿Es poco que hayas tomado mi marido, sino que también te has de llevar las mandrágoras de mi hijo? Y dijo Raquel: Pues dormirá contigo esta noche por las mandrágoras de tu hijo” (Génesis 30:15).
Se puede leer en el desarrollo de la historia de Jacob, que el escritor bíblico describe que muchas de las decisiones del patriarca respondían a “las costumbres de aquellos días”, y esto trajo como consecuencia terribles situaciones. Y es que nadie puede ser feliz haciendo las cosas en contra de la voluntad de Dios. Y la voluntad de Dios muchas veces va en contra de las costumbres y códigos que el mundo acepta, promueve y apoya.
Es cierto que Jacob fue engañado por su suegro Labán, y que tuvo que casarse con las dos hermanas. Sin embargo, ¿era necesario que acepte tomar por mujeres a Bilha y Zilpa, esclavas de Raquel y Lea? ¿Cómo podría tener una vida de felicidad matrimonial al tener cuatro mujeres?
El vivir en poligamia trajo como consecuencia celos, envidia, egoísmo y más. Lo que resulta más triste aún es que estos problemas involucraban a los hijos, como el día en que por mandrágoras hubo resentimiento, chantaje y soborno. Triste, pero real ¿Cómo se sentirían los hijos de Lea al saber que su padre no amaba a su madre sino a Raquel? Los hijos de Lea crecieron teniendo rabia o rencor a Raquel.
A veces somos tentados a pensar de que nuestras acciones y decisiones solo tienen conciencias para nosotros. Algunos dicen: “Está bien, soy el culpable y responsable, pero es mi problema, y ahí acaba”. No obstante, no es así, ahí no termina, ahí recién empieza. Nuestras malas decisiones afectan nuestra vida, vida de los que nos rodean y la vida de nuestros descendientes.
Jacob pudo hacer algo más que tener cuatro mujeres. Dios no aprobaba la poligamia, Jacob sabía muy bien eso. Pero fue más el sentimiento, la razón quizás, o la presión del momento lo que le llevó a seguir las costumbres cananeas. Y el hecho de que Abraham y Jacob accedieran a las costumbres de sus contemporáneos, no indica que Dios apoye o bendiga, no. Dios bendice los matrimonios monógamos.
Que las costumbres de este mundo no te quiten La Paz, la tranquilidad y sobre todo el verdadero amor. Hacer la voluntad de Dios siempre será lo mejor. ¿Amén?
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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