“He aquí, HO ESTOY CONTIGO, y te guardaré por donde quiera que fueres” (Génesis 28:15).
Jacob tuvo que huir, práctica. La situación era tensa. No podía tener una conversación sana con su hermano Esaú, y era entendible hasta cierto punto. Imagino a Rebeca y Jacob mirando con vergüenza a Esaú, y soportando las indirectas y las ofensas, muy probablemente. Todo parecía haberse salido de control. Es por ello que Isaac envía a su hijo a Padan - Aram, para que busque una buena esposa. Isaac, al igual que su padre, no quería que su hijo se case con una cananea como Esaú lo había hecho.
Jacob, ahora tiene que irse, y no pudo despedirse de su hermano. Es cierto, estaban “peleados”, y habían razones más que suficientes para ello. No obstante, no tuvo que ser así. Se iba de casa, y no sabía el futuro, no se despidió como hubiera querido, de su mamá y papá, y mucho menos de su hermano.
El futuro era incierto. ¿Qué sería de su futuro? ¿Encontraría a su verdadero amor? ¿Cuántos años tendrían que pasar para volver a su casa? Y en plena caminata solitaria, llegó la noche. Puedo imaginar a Jacob con cierto temor. Había vivido en el calor de su familia por muchos años, y ahora, “de la noche a la mañana”, está solo, triste, con miedo y ansiedad. Y ahí, en medio de todo eso, entra en sueño y puede ver a Dios. Sí, al Dios de su abuelo y de su padre… ese Dios maravilloso del que siempre escuchó, y que a pesar de todo, siempre quiso servir. Ya no lo sentía tan lejos o “teórico”, sino muy cerca, a su lado, “tan práctico”. Antes había escuchado de Dios, hoy, lo podía sentir a través de un sueño.
Dios le dice que cumplirá la promesa de una gran nación, a través de él, y que no debe tener miedo porque Él estará para siempre. Finalmente “despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía” (Génesis 28:16). JEHOVÁ, DIOS, es real. En tus noches más grises, y tristes, ahí estará Dios para recordarte una vez más, en cada palpitar de tu corazón, que Él estará contigo por siempre.
Que la ansiedad e incertidumbre no te destruyan. El futuro es futuro aún, no tenemos control sobre él, tampoco arruines tu vida por lo pasado, ya fue, no puedes volver el tiempo atrás; únicamente puedes confiar en la promesa de Dios: “He aquí, HO ESTOY CONTIGO, y te guardaré por donde quiera que fueres” (Génesis 28:15).
Hoy es un nuevo día. No importa tu pasado. Ya pasó. No sufras por lo que hiciste, si te arrepentiste y quieres emprender una nueva vida, ve hoy mismo a Jesús, cuéntale lo que sientes y Él te dará una nueva oportunidad. Cada es una nueva oportunidad que Dios nos otorga. No estamos solos, Dios va con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo, amén.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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