Entre las instrucciones que Dios le dio a Israel, habían indicaciones claras de quiénes debían ser excluidos de la congregación de Israel. Entre ellos se destacan:
- Los eunucos (v.1). Para los israelitas el pacto con Dios estaba ligado a la simiente (desendencia), y un eunuco de consideraba un crimen. Además, generalmente, la mayoría de los eunucos eran hechos así en ceremonias paganas donde fueron dedicados a dioses paganos.
- Los bastardos (v.2). En la misma línea del punto anterior, atentaban contra la simiente, no se podía determinar el linaje oficial de la familia. Quizás a raíz de una relación incestuosa. O muy probablemente se refería al producto de una relación con alguien israelita y otra persona de un pueblo pagano. Todo esto configuraría como una persona con ascendencia desconocida. Por tanto, debían ser excluidos.
- Los amonitas y moabitas (v.3-6). Ambos pueblos se originaron de un incesto. Las hijas de Lot tuvieron hijos de su propio padre. Además, fueron crueles con Israel en su viaje a Canaán.
Cuando uno lee estas indicaciones, de quiénes eran excluidos de la congregación, no puede dejar de preguntarse ¿porqué? ¿tanto así? Es decir si yo nacía eunuco, bastardo, amonita y moabita, ¿estaba destinado a NO SER PARTE DE LA CONGREGACIÓN ni del culto a Jehová?
Entonces vienen algunas situaciones especiales a considerar. La palabra CONGREGACIÓN no se refiere al culto, sino a “todos los ancianos de tus tribus y oficiales” (Deuteronomio 31:28). Así que, en algunos contextos, la congregación puede referirse a ancianos y oficiales. Es muy posible que estas exclusiones de la congregación de Jehová no sean exclusiones de la vida religiosa de Israel, sino de la vida política de la nación. Entonces, la idea de la congregación de Jehová es el liderazgo, o los gobernantes de Israel. Estas personas no eran excluidas de la vida religiosa de Israel, sino de la vida política de la nación.
No habría otra explicación de otro modo, para poder entender el nacimiento del hijo de Tamar y Judá (relación de adulterio). Tampoco podríamos entender cómo es que Ruth, la moabita (matrimonio con una extra Hera moabita), se convertiría en el linaje del Rey David. No se refiere entonces a la adoración sino a la administración. Tal es el caso de lo que menciona Isaías 56:3-5 donde muestra que incluso los eunucos y los extranjeros podían ser aceptados ante el Señor si le obedecían, y serían aceptados delante de la gente “normal” que desobedecía a Dios.
Finalmente, el texto hace mención de los edomitas y egipcios (v.7-8). En ambos casos se insta a no aborrecerlos y que serán parte de la congregación (entiéndase por liderazgo) a partir de la tercera generación.
¿Qué lecciones podemos aprender de todas estas indicaciones? Todos podemos ir a Dios. Así como estamos, con nuestras cargas, con nuestro linaje dudoso o indigno, todos podemos ir a Dios y encontrar oportuno socorro. Es cierto, quizás no merecemos nada por todo lo que hicimos voluntariamente o cargamos involuntariamente por decisiones de nuestros padres. Sin embargo, hoy somos linaje escogido, real sacerdocio (1 Pedro 2:9), ¡podemos ser parte de la congregación! ¡Podemos ser sacerdotes! ¿Amén?
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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