Una vez más Dios les da indicaciones, leyes y más reglamentos, antes de entrar a la tierra prometida. En este capítulo hace mención de cuatro indicaciones:
1. Cómo deben ser los sacrificios a Dios (v.1). El sacrificio debía ser perfecto y sin mancha, pues representaba a Cristo.
2. Cómo debían actuar ante la idolatría (v.2-7). No hay contemplaciones para los idólatras, sea quien sea, varón o mujer, israelita o extranjero, todos debían ser expulsados y apedreados hasta la muerte si eran hallados adorando a otros dioses.
3. Cómo debían actuar ante los tribunales y casos controversiales (v.8-13). El sistema judicial de Israel estaba basado en los levitas (sacerdotes) y ante los jueces (ancianos) del pueblo. Sea cual fuere el fallo o veredicto, todos los israelitas debían aceptarlo sin soberbia o desacato.
4. Cómo debían elegir a su rey (v.14-20). Dios jamás quiso que haya rey en su pueblo. Sin embargo, también sabía lo débil que era el pueblo, en ese sentido, si un día elegían un rey, debía ser un israelita y debía regir según la ley de Dios.
Todas estas indicaciones hacían del pueblo de Israel, un pueblo diferente. Muy diferente a los demás. La razón era simple: debían ser luz del mundo. Por lo tanto, debían ser santos, como Dios era Santo. Así, uno podría imaginarse que el pueblo de Israel viviría siempre según los principios Divinos, pero no fue así.
El problema de los israelitas no era que no sabían, sino que sabiendo no hacían. ¡Cuántos consejos! ¡Cuántas indicaciones! ¡Cuantas leyes y estatutos para vivir como Dios quería en Canaán! Solo imagina o trata de contar cuántas leyes, estatutos y reglamentos les dio Dios a su pueblo antes de entrar a la tierra prometida. Y sin embargo, cuando ellos ya hubieron entrado, podemos leer que jamás hicieron caso, y vivieron a sus anchas, siguiendo su propia voluntad y no la voluntad de Dios. Y es que no se trata de cuánto sabes sino de cuánto haces. Así de simple y sencillo.
Podemos saber todas las profecías y de Daniel y Apocalipsis, “al derecho y al revés”, podemos haber leído toda la Biblia “de tapa a tapa”, podemos conocer todas las doctrinas o enseñanzas y ser “doctores de la ley”, pero eso no garantiza que vivas según la voluntad de Dios. No basta con saber, es necesario hacer.
Que Dios te bendiga.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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